KAISER NO HA LLEGADO A SU TECHO.
¿Kaiser llegó a su techo? No necesariamente.
Muchos creen que Johannes Kaiser ya alcanzó su techo electoral. Pero hay factores que sugieren lo contrario.
En el plebiscito constitucional de diciembre de 2023, la opción “En contra” obtuvo 6.894.287 votos (55,76%), frente a 5.470.025 votos del “A favor” (44,24%). Fue una votación con participación obligatoria, a diferencia de las elecciones presidenciales de 2021, donde votó apenas el 55% del padrón. Ese cambio modifica por completo la base de comparación.
Un dato no menor: José Antonio Kast —referente de la verdadera derecha — llamó públicamente a votar “A favor”. Sin embargo, una parte importante de su electorado no lo siguió. Optó por el “En contra”, desmarcándose del liderazgo republicano y de la estrategia impulsada por Chile Vamos.
Diversos analistas han reconocido que una fracción significativa del electorado de derecha votó “En contra”, desoyendo incluso el llamado de Kast. Aunque no existe una cifra oficial, varias estimaciones razonables —basadas en el comportamiento electoral en comunas históricamente de derecha como Las Condes, Vitacura o Lo Barnechea— sugieren que entre un 8% y un 10% del total podría corresponder a esa derecha crítica o desencantada. Esa base es hoy, en gran parte, la que sostiene a Johannes Kaiser.
Hoy, con un 14% de apoyo, Kaiser no solo habría consolidado ese núcleo duro, sino que estaría sumando nuevos adherentes. Por eso, más que un estancamiento, podría estar en una fase de transición hacia una segunda capa de crecimiento.
Además, el éxito en la inscripción del Partido Nacional Libertario (PNL) —donde gran parte de los inscritos proviene del mundo “En Contra”— refuerza esa tendencia. Según proyecciones prudentes, Kaiser podría alcanzar entre 800.000 y 850.000 votos, si mantiene coherencia, estrategia y capacidad de movilización.
Pero más allá de su crecimiento, hay una interrogante mayor: ¿qué ocurrirá entre Kaiser y Kast? ¿Competencia? ¿Choque? ¿Acuerdo? Lo que está claro es que esa conversación debe darse. Y más importante aún: en esa conversación debe ganar Chile, no el ego, ni la vanidad, ni el interés individual. Porque si vuelven a dividirse, la historia ya nos ha mostrado cómo termina.
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