MATTHEI: EL ERROR ANUNCIADO.

Matthei: el error anunciado.

Estas columnas no nacen desde la autosuficiencia, ni desde verdades absolutas. Son fruto de la reflexión seria y del intercambio constante con muchos chilenos —patriotas sin color político— que comparten sus inquietudes a través de redes sociales. Sus ideas, advertencias y sentido común han sido fundamentales para construir este espacio libre, hecho para pensar en Chile y no en intereses personales.

Los resultados de la última encuesta de este fin de semana son el golpe más duro hasta ahora para la candidatura de Evelyn Matthei. Una nueva caída, sin repunte a la vista. Y eso no puede seguir siendo ignorado.

La teoría política y la experiencia electoral internacional son claras: cuando un candidato baja semana tras semana en las encuestas, sin capacidad de recuperar terreno ni generar entusiasmo, se entra en lo que muchos analistas llaman una fase de declive prolongado. En ese punto, ya no solo se pierden votos: se pierden aliados, financistas, equipos y credibilidad. Es un proceso que rara vez se revierte, salvo mediante decisiones radicales o eventos externos extraordinarios. Nada de eso parece estar ocurriendo aquí.

Desde mediados de 2023 se ha advertido con insistencia lo que ahora confirman los datos: esta candidatura fue, desde un inicio, un error estratégico. No por razones personales, sino por hechos concretos y observables.

Primero, no logró lo más urgente: la unidad de la derecha.

Segundo, su relato cambiante, que se acomoda según las circunstancias, terminó siendo su peor enemigo.

Tercero, fue incapaz de impulsar primarias reales, ni siquiera dentro de su propio sector político.

Cuarto, representa exactamente aquello de lo que los chilenos están hastiados: una vieja y desgastada casta política, cada vez más desconectada del país real.

Quinto, su equipo de campaña ha sido un constante ensayo y error, con cambios permanentes que reflejan desorden y falta de dirección.

Y sexto, sus guiños recurrentes a la izquierda, al progresismo e incluso al actual Gobierno han generado confusión y desconfianza en el electorado que esperaba una alternativa clara y firme.

Frente a este escenario, la pregunta es inevitable: ¿qué está esperando para dar un paso al costado? ¿Un milagro? En política, los milagros no ocurren. Lo que sí ocurre —y ha ocurrido muchas veces— es que una figura pública se retire a tiempo, conserve parte de su capital político y regrese más adelante con fuerza renovada. Pero insistir en una carrera cuesta abajo es otra cosa: es arrastrar consigo a toda una coalición.

Y ese sería, quizás, el error más grave de todos. Porque si esto sigue como va, no solo se perderá una candidatura: también podría fracturarse, por su causa, la ya debilitada unidad del sector que dice representar.

Chile necesita claridad, no ambigüedades. Carácter, no cálculos. Y sobre todo, necesita líderes que dejen de pensar en su conveniencia personal y comiencen a actuar en función del bien común.

Gracias a quienes, desde el respeto y el amor por Chile, siguen aportando ideas, corrigiendo, compartiendo y empujando esta conversación. Sin ese diálogo ciudadano, este blog no tendría sentido.



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