NINGUNA COLUSIÓN PRESIDENCIAL DESTRUIRÁ LA VERDADERA HISTORIA DE CHILE.
"...Creo que debería revisar bien la “Declaración por la democracia” ya que dicha propuesta parece insuficiente y con serios errores históricos, donde además,
se pierde la oportunidad
de pedirle perdón a lasFuerzas
Armadas
por todas las veces que los políticos, por su ineptitud e incapacidad para gobernar Chile, las han arrastrado, impulsado y avalado en diferentes intervenciones militares. Para después, abandonarlas, traicionarlas, pereguirlas e insultarlas. Ninguna colusión presidencial, destruirá la verdadera historia de Chile y menos, contándonos mentiras..."
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Gabriel Boric Font.
Presidente de la
República de Chile.
Presente.
Señor
Presidente de la República de Chile, me dirijo a Vuestra Excelencia con el
profundo deseo de que esta carta llegue a sus manos, por ser la máxima autoridad
política de la nación y el único que tiene el poder, aunque no el liderazgo, para
lograr la deseada unidad y el necesario reencuentro ciudadano. Al respecto creo
que no basta con habitar la Moneda, también hay que tener el liderazgo
suficiente para ganarse el dividido corazón de todos los chilenos.
En el contexto del aniversario de los “50 Años”, recordando el 11 de septiembre de 1973 cuando, una vez más, se rompió violentamente la trayectoria democrática del país, nuevamente, se acentúan las divisiones entre los chilenos, frente a distintas versiones sobre un mismo hecho, pero que finalmente, según las encuestas –hasta ahora– dicha celebración tiene un 70% de desaprobación.
Con respecto a las iniciativas de Vuestra Excelencia, así como las del mundo político, como también de algunos ex uniformados y de algunos integrantes de otras instituciones, en el sentido de justificar, aclarar o intentar, a veces, con poca creatividad, de adueñarse de un relato sobre los desafortunados hechos que nos condujeron como sociedad al 11 de septiembre de 1973, no logro comprender que parte del “Nunca Más” del General Juan Emilio Cheyre Espinosa, no se entendió en ese mes de junio del año 2003. “…me refiero al nunca más de una clase política que fue incapaz de controlar la crisis que culminó en septiembre de 1973. Nunca más a los sectores que nos incitaron y avalaron oficialmente nuestro actuar en la crisis que provocaron. Nunca más excesos, crímenes, violencia y terrorismo. Nunca más un sector ausente y espectador pasivo. En fin, nunca más una sociedad dividida...” (General Cheyre, Comandante en Jefe del Ejército de Chile, junio de 2003).
Ese verdadero, sólido, fuerte, arriesgado y respetable “Nunca Más”, no fue un discurso cargado de retórica, palabras grandilocuentes o de promesas que jamás se cumplirían. Menos aún, un desprolijo mensaje que erizara el ambiente político de esa época. Muy por el contrario, fue un acto de valor, pese a la incomprensión de muchos, la traición de otros, el silencio de varios y la auto vergüenza de la mala clase política que no hizo nada para apoyarlo, tal como hoy se esconden en el Congreso para no apoyar leyes que humanicen la crueldad y ensañamiento contra quienes, en Punta Peuco, están pagando las culpas de la clase política.
El
“Nunca Más” fue también un acto en el cual el General Cheyre, anticipándose a
la historia por venir, despejó de un
gran peso político a los futuros Comandantes en Jefes del Ejército, incluso, asumiendo
durante su período de mando, el reconocimiento de la violación de los derechos
humanos, como también, los cambios y transformaciones necesarios para dejar a
un Ejército y sus integrantes dedicados cien por ciento al desarrollo
profesional de una institución que dejaba atrás procedimientos propios de la
Guerra Fría y se insertaba en una sociedad más exigente, demostrando con hechos
su profundo compromiso con la democracia. Una situación, en palabras de Ricardo
Lagos, en ese entonces Presidente de la República, que cooperó significativamente
a la unidad nacional. Período en que el Ejército de Chile tuvo el mayor índice
de voluntarios para el Servicio Militar y un fuerte y potente reconocimiento
ciudadano. Índices que, desde esa época y hasta el día de hoy, siguen
creciendo. Lo que deja al Ejército y a las otras instituciones de la Defensa de
Orden y Seguridad, muy por sobre los políticos, el Congreso e incluso la
justicia.
El General Cheyre, reconociendo la radicalización del contexto nacional e internacional en que ocurren los acontecimientos previos, durante y posterior al 11 de septiembre de 1973, también estableció la posición institucional frente a la violación de los derechos humanos: “nunca y para nadie, pueden tener justificación ética. Por ello mis palabras no deben entenderse como una morigeración de lo ocurrido, sino como un esfuerzo más en la búsqueda de la verdad pues, ya lo he dicho antes, la verdad libera y trae paz a los espíritus; pero debe ser una verdad completa y entendida siempre en el contexto histórico en que ocurrieron los hechos. En nuestro caso, unas circunstancias excepcionales, anormales y de odiosidad muy amplias que nos dividieron, y profundamente”. Ejército de Chile: El fin de una visión, 5 de noviembre de 2004.
Reconociendo que existe un contexto histórico, lo que la extrema izquierda siempre ha pretendido cancelar e ignorar, los chilenos, en estos días previos al 11 de septiembre, nos hemos enterado del documento recién firmado y difundido por Vuestra Excelencia, “Compromiso: Por la Democracia, siempre” al cual también se adhieren los expresidentes Frei, Lagos, Bachelet y Piñera. Un documento de dudoso valor real, ya que en ninguna parte se aprecia la intención de los políticos en hacerse cargo de sus históricas ineptitudes e incapacidades, comprometiéndose “Nunca Más” a buscar apoyo político en las Fuerzas Militares y de Orden, incitándolas, avalando y apoyando su intervención militar. Algo, que desde el General Cheyre, es decir hace más de 20 años atrás, las Fuerzas Armadas en general y el Ejército en particular, lo tienen más que claro, no así los políticos, los mismos que en el Congreso de Chile, hace 50 años atrás declararon la ilegitimidad del Gobierno de Salvador Allende. Época en que Eduardo Frei Montalva, padre de uno de los firmantes del “Compromiso”, en una extensa y detallada carta dirigida al Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana, justifica y apoya la intervención de las Fuerzas Armadas del día 11 de septiembre de 1973. Lo mismo podemos ver y escuchar, en diferentes testimonios, del ex Presidente Patricio Aylwin. Por lo mismo, dicho “Compromiso”, me huele más a un trofeo que Vuestra Excelencia, en un futuro, quizás no tan lejano, exhibirá en algún nuevo intento por llegar a La Moneda. Un trofeo que no se condice con la realidad histórica que ahí se señala, ni en el fondo ni en la forma, por lo que explico a continuación:
Primero: en estos últimos 50 años, la única vez en que ha estado en peligro la democracia, fue cuando usted Presidente Boric estaba en la oposición y, paralelamente, tras un fallido golpe de estado para quemar Chile y La Moneda, las Fuerzas Armadas y de Orden, una vez más, impidieron que se violara la democracia y cayera el Gobierno de Sebastián Piñera.
Segundo: no es cierto lo que se afirma en dicho “Compromiso”, en el sentido de que Chile, hasta 1973, gozó de una ininterrumpida democracia y de un orden constitucional estable. Al respecto, si duda de mi comentario, le sugiero revisar el sitio WEB de la Biblioteca del Senado, donde se señala lo siguiente: “…a lo largo de sus más de 200 años de historia, el Congreso ha visto interrumpida su labor en media docena de oportunidades. La última crisis fue con ocasión del golpe militar de 1973…”. Ahí, usted y todos los expresidentes firmantes podrán encontrar detalles sobre nuestra verdadera historia política, repletas de abdicaciones, exilios, renuncias, golpes de estados, guerras, asesinatos, fusilamientos, intrigas, pasiones, conspiraciones, pugnas, asonadas de cuartel y revoluciones. En lo particular, no me es necesario revisar ese sitio WEB, es algo que estudié en el colegio y reforcé con lectura sobre la historia de Chile.
Tercero: Cuando en el “Compromiso”, ustedes los firmantes, aluden al “quiebre violento de la democracia” me imagino que recogen las palabras del intelectual y exministro Demócrata Cristiano, Genaro Arriagada, quien establece lo siguiente: “..nunca los partidos de la Unidad Popular abrazaron plenamente la democracia y que la Vía chilena al socialismo que defendía Salvador Allende en un principio se fue desdibujando hacia una vía insurreccional, recordando que dentro de sus partidos se jugó con el uso de la armas, la persecución a disidentes y expropiaciones violentas, las que incluso dividieron al mundo obrero y campesino…” (Diario El Mercurio, cuerpo C2, viernes 8 de septiembre de 2023).
Ha de saber su Excelencia, que aquello del “Golpe”, no es nuevo ni exclusivo de Chile. Desde 1810 en adelante, no una, sino varias veces, se ha quebrantado la trayectoria democrática de nuestra patria, con hechos tanto o más violentos como los del año 1973. Por ejemplo, la Revolución de 1981, solo para recordar que duró 6 meses, cobrando la trágica, violenta y cruel vida de más de 4.000 compatriotas cuando Chile tenía una población que no superaba los dos millones y medio de habitantes. También hay otros Golpes de Estado, en 1924 y 1932, donde participa el controvertido Coronel Marmaduke Grove. El que, en 1930 en un avión rojo, intentó bombardear Concepción y sublevar las fuerzas militares de esa guarnición. Coronel que llegaría a ser Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea y fundador del Partido Socialista en el año 1933. El mismo que el año 1932 fue Ministro de Defensa durante los 12 días que duró la República Socialista de Chile y que posteriormente como Senador, entre 1934 y 1949, presentó un proyecto de reforma agraria que llamó “Ni tierra sin hombres, ni hombres sin tierra” Curiosidades de la historia Señor Presidente y que cada cierto tiempo se repiten.
Tampoco le crea su Excelencia, a quienes dicen que nunca antes en la historia universal se había bombardeado un palacio de gobierno. Le recuerdo que solo 18 años antes de 1973, el 16 de junio de 1955, la Casa Rosada, sede de Gobierno de la nación Argentina, fue bombardeada por aviones de la Armada y de la Fuerza Aérea de ese país, en un intento de derrocar al presidente constitucional Juan Domingo Perón. Dicho bombardeo le costó la vida a más de 370 civiles.
Su Excelencia, al mirar el actual escenario político y vuestros fallidos intentos por imponer una sola y cercenada verdad, realmente no creo que sea una intencionalidad vuestra. Creo más bien que es una falta de conocimientos históricos que seguramente usted desconoce y por los comentarios que le he escuchado, no es su fortaleza. Algo, que algún asesor debería haber sabido y, con mala intención, no le compartió, los que hoy día –para mala suerte suya– parece que abundan en Palacio. Sin embargo, realmente me causa sorpresa y espanto que otros cuatro expresidentes, firmen, en una segunda hoja en blanco, un documento que en su primera hoja se inicia con una aberración histórica. Quiero entender, con ese sutil detalle, que no se hacen cargo de lo que dice en la primera hoja.
Aclarado lo anterior, resalto que nuevamente y con mayor fuerza, se remueven las cenizas del pasado en una millonaria celebración orquestada, programada y diseñada bajo vuestra obstinada dirección, lo que a simple vista no solo no ha logrado su objetivo, sino que ha crispado el ambiente social y político, llevándolo a un extremo tal, que solo ha resultado beneficioso para un reducido sector de la sociedad, cuyos costos –a mí entender– por la absoluta falta de credibilidad y negativo liderazgo de vuestra Excelencia, en el futuro inmediato, solo se puede esperar un mayor caos social y económico en un ambiente de inseguridad extrema. Algo que sí abruma a la mayoría de la sociedad y que sigue esperando que usted lo “solucione todo” y no se destaque solo como el abanderado presidencial que más ha contribuido a la división política de la nación, asumiendo vocerías que no le corresponden para hacer anuncios sin un mínimo de consenso previo. Se suma a lo anterior, constantes arremetidas contra la oposición, carísimos homenajes que tensionan la arena política y decenas de descuidadas y confusas intervenciones que rompen con la forma y el necesario y básico protocolo deseado. Situaciones todas que, en ningún caso, lo recordarán como un estadista, sí como un agitador político.
Creo que debería revisar bien la “Declaración” ya que dicha propuesta parece insuficiente y con serios errores históricos, donde además se pierde la oportunidad de pedirle perdón a las Fuerzas Armadas por todas las veces que los políticos, por su ineptitud e incapacidad para gobernar Chile, las han arrastrado, impulsado y avalado en diferentes intervenciones militares. Para después abandonarlas, traicionarlas, perseguirlas e insultarlas. Ninguna colusión presidencial destruirá la verdadera historia de Chile y menos, contándonos mentiras El “Nunca Más” del General Cheyre es bastante más amplio, profundo, transversal y potente, abarcando además a toda la sociedad, no solo a una parte de ella, lo que al lado de la que circula en estos días, podría ser considerada casi, como un robo intelectual o una mala copia. Sabias, duras y valientes palabras que conocimos hace más de 20 años y fueron respaldadas, a través de una indiscutible credibilidad, con hechos concretos, de profunda transformación institucional, junto también al dolor para el Ejército de Chile y sus camaradas del 73, quienes cumpliendo órdenes y un inviolable y sagrado juramento, se vieron envueltos en situaciones judiciales completamente adversas para un debido proceso y una justa defensa donde, a través de un procedimiento judicial que dejó de existir el año 2005, se aplica la ficción jurídica, el incumplimiento de la cosa juzgada, los falsos testimonios, los montajes periodísticos o un declarado juez de ultra izquierda, enquistados en salas donde –sabidamente y lejos de toda injusticia imparcial– se condena con sed de venganza, siendo finalmente, lo que menos se puede esperar.
Al respecto, no podría dejar de hacer una obvia reflexión. Si en vez de perder tanto tiempo, o sea más de 20 años, los políticos hubiesen recogido las palabras del General Cheyre y hubiesen hecho su mea culpa, estoy seguro de que Chile sería hoy uno muy distinto, pero al contrario de aquello, prefirieron sacrificar al General del “Nunca Más” y hoy, con mentiras y ridículas acusaciones lo persiguen porque fue más capaz y más valiente, que todos ellos juntos. No fueron idóneos para hacer una autocrítica y menos aceptaron que un militar les hablara de su incapacidad para controlar la crisis de 1973, avalando e incitando oficialmente el actuar de las Fuerzas Armadas y de Orden y apoyando a quienes concurrían a los cuarteles para tirarle trigo y tratarlos de gallinas. Algo que ni Vuestra Excelencia ni nadie podrá borrar de la historia de Chile, porque el poder de la palabra escrita, es más poderosa que la acción de mil revolucionarios.
En el fondo, seguimos en manos de una “Mala Clase Política”, donde se ha abusado de los acuerdos y las mesas de trabajo que cooperan a ganar tiempo y a una tramposa, mentirosa, peligrosa y cobarde “Paz Simulada”, eludiendo la acción o solución inmediata, con los costos políticos que se requieran, pero que le hagan bien a Chile. Nada de ello ocurriría ni sería necesario si se respetara el Bien Común de la ciudadanía y no el Bien Común de las cúpulas políticas. Espero, por el bien de Chile que, en algún momento de su mandato, sin dejar de reconocer el sufrimiento de los que fueron víctimas de violaciones de Derechos Humanos, logre comprender el altísimo costo que debieron pagar y siguen pagando los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Orden y sus familias, para quienes no existen los Derechos Humanos. Un sacrificio que permitió recuperar, rescatar y devolver la democracia secuestrada por quienes jamás han ofrecido perdón por las víctimas de sus violentas prácticas terroristas ni tampoco han dado muestras de arrepentimiento y menos aún, negar el uso de la fuerza para el logro de sus objetivos políticos. Cien millones de muertos en el mundo, miles de víctimas civiles y de uniformados en Chile y gobiernos totalitarios que administran una Paz Simulada en un ambiente de narcoterrorismo, delincuencia, miserias y permanentes violaciones a los derechos humanos, sigue siendo su macabra carta de presentación.
Como puede ver su Excelencia, no le solicité absolutamente nada, pero me habría gustado, que en vez de esmerarse en dividirnos, hubiese recogido todo lo que se ha hecho en favor del respeto por los Derechos Humanos, de uno y de otro lado, incluso durante el Gobierno Militar, le aseguro que desde las Fuerzas Armadas y en especial desde el Ejército, se habría encontrado con saldo a favor, y desde los Partidos Políticos, con saldo en contra, especialmente de quienes hoy son sus aliados y le ayudan a mantener esa escasa cuota de poder que no supera el 23% de aprobación ciudadana. De liderazgo, ni hablar y de credibilidad, es algo que ya perdió hace mucho tiempo. Si alguna vez lo tuvo, nunca –hasta ahora– como Presidente de Chile.
Su Excelencia, perdone la sinceridad y lo duro de mis palabras, pero con la misma caballerosidad, sin maldecir y sin insultar a nadie me temo que, este 11 de septiembre, por culpa de su irresponsable y personal intervención –algo más propia de un agitador político que de un estadista– usted ha hecho todo lo necesario para tener que lamentar más de alguna desgracia, de lo cual espero estar profundamente equivocado, guardándome la íntima esperanza de que usted deponga su arrogante protagonismo para dictarnos, con una superioridad moral que no posee y un consenso que no logró, el inadecuado modelo de celebración para estos “50 Años del Golpe”.
Finalmente,
creo que el “Nunca Más” del General Cheyre, junto con ser validado, en este mes
de septiembre de 2023, con iniciativas a destiempo, bastante menores y pobres
en contenido, a pesar de negar la existencia de un tóxico y violento contexto
histórico, al menos –por no considerarlas en dichas declaraciones– tienen la
fortaleza de comenzar a reconocer la culpabilidad y responsabilidad de la Clase
Política que arrastró a las Fuerzas Armadas a un Pronunciamiento Militar, el
cual estimularon y avalaron oficialmente. Esas actuales declaraciones políticas,
donde las Fuerzas Armadas y de Orden no han sido nombradas y menos han sido
invitadas a firmar acuerdo alguno, lo que me parece muy bien, ya que como
siempre, son obedientes, no deliberantes, y solo participan en política cuando
así se lo solicitan, tal como fue en el mayor Gobierno Cívico Militar de la
historia de Chile, considerado así por el Presidente Salvador Allende
durante el año 1972 y en agosto de 1973,
siendo el culpable de forzar negativamente el ethos de la profesión militar e involucrarlas
en lo que se conoció como el “Gabinete de Salvación Nacional” de la Unidad
Popular, oportunidad en que el propio Comandante en Jefe del Ejército, como
Ministro del Interior, fue vicepresidente de la República.
Atentamente y sin otro particular,
Christian Slater Escanilla.
Extraordinario
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