¡VOTA, EXIGE, CAMBIA!
Santiago de Chile, 19 noviembre de 2024.
Por Christian Slater E.
¡VOTA, EXIGE, CAMBIA!:
Chile está herido, sumido en un caos que amenaza con despojarnos de todo lo que una vez nos hizo sentir orgullosos. Hoy me dirijo a ti, a quien ha visto cómo nuestro país se desmorona bajo el peso de la corrupción, la incompetencia y el miedo. Este no es el Chile que soñamos, no es el país que queremos dejar a nuestros hijos y nietos. Pero aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo. El poder está en nuestras manos. El voto no es solo una marca en un papel, es el grito desesperado de una nación que ya no aguanta más; es nuestra última herramienta para recuperar el control, para dar un futuro digno a quienes amamos.
Yo no quiero más un gobierno de ineptos, rodeado de amigos que saquean el país a través de fundaciones fantasmas y que además, son sospechosos de ser cómplices o encubridores de una violación. No quiero más colegios convertidos en talleres de odio, donde en lugar de aprender, nuestros jóvenes fabrican bombas incendiarias. ¡Basta ya de una educación que traiciona a nuestros hijos! Estoy cansado de ver cómo su inocencia y su futuro son robados por agendas que no tienen otro fin que manipular y dividir.
No quiero más violencia en las calles, donde las minorías nos imponen sus ideas a la fuerza, mientras las autoridades miran hacia otro lado. ¡Basta ya de un país que premia a los que destruyen y persigue a los que construyen! No quiero más ministerios dirigidos por delincuentes y autoridades que faltan a la verdad o mienten todos los días, ni más autoridades que nos deshonran en el extranjero. No quiero más inseguridad en mis calles, en mi comuna, en mi ciudad. ¡Basta de narcoterrorismo, basta de bandas que siembran el miedo!
No quiero más inmigrantes ilegales que vienen a delinquir, ni una justicia que, en lugar de protegernos, está al servicio de una Revolución Cultural que destruye nuestros valores. ¡No más ataques a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden! No quiero ver cómo aquellos que juran protegernos en tiempos de catástrofes, conflictos o amenazas, a costa de su propia vida, son humillados, desprotegidos y perseguidos, mientras los organismos de derechos humanos se centran en proteger a los criminales en lugar de a los inocentes.
No quiero más chilenos y amigos huyendo de Chile, en busca de nuevas oportunidades y de seguridad para vivir en paz. ¡No más ver a nuestras familias desintegrarse por culpa de un sistema que castiga al que trabaja y premia al que destruye!
¡No quiero más faltas de respeto a los protocolos nacionales e internacionales por parte de quienes ocupan los cargos más altos del país! Las tradiciones y formalidades no son simples adornos de responsabilidad de La Moneda o del Congreso, sino pilares que sostienen la dignidad de nuestras instituciones.
No acepto más actitudes que banalizan el cargo de Presidente, enviando señales de desprecio y desinterés hacia los eventos y ceremonias que representan nuestra historia, nuestra esencia, nuestros valores. El respeto a las formas no es una opción, sino una obligación que no admite excusas.
¡No quiero más iglesias profanadas, destruidas e incendiadas por zombis secuestrados por las drogas y el alcohol, cuyos cerebros están llenos de aserrín en lugar de neuronas! Es indignante ver cómo se atenta contra los símbolos de fe y esperanza, mientras las autoridades se cruzan de brazos. No más tolerancia para quienes destruyen lo sagrado con total impunidad.
¡No quiero más líderes que se presenten sin la solemnidad que el cargo exige! Necesitamos autoridades que comprendan que sus acciones no solo los representan a ellos, sino a toda una nación. Cada gesto, cada protocolo incumplido, es una herida más al corazón de Chile.
No acepto más desprecio por las tradiciones que son fundamentales para la identidad de nuestro país. La falta de seriedad en la conducción del gobierno solo refuerza la desconfianza de los ciudadanos y mina el respeto por la institucionalidad que tanto nos ha costado construir.
¡No quiero más infiltración en nuestras instituciones de Defensa y Seguridad con ideologías progresistas que socavan los principios fundamentales que las sostienen! Basta ya de agendas que buscan secuestrar el Ministerio de Defensa, debilitar la disciplina, el orden y la obediencia debida que por décadas, han sido el pilar de estas instituciones.
No acepto más intentos de utilizar nuestras Fuerzas Armadas y de Orden como herramientas de una Revolución Cultural que pretende relativizar sus valores y erosionar su capacidad para defender al país. Estas instituciones no pueden ser el campo de batalla de ideologías que ponen en riesgo la seguridad y estabilidad de nuestra nación.
No quiero ver más nuestra bandera ultrajada o quemada, ni nuestros monumentos destruidos, mientras los que nos odian celebran impunemente. No quiero más placas, libros y memoriales que cuentan una sola parte de la historia, que nos manipulan y nos dividen como nación.
Estoy cansado de ver a los niños morir en las calles y a miles de chilenos en una Lista de Espera, de ver a las familias endeudadas porque no pueden pagar el gas, la luz, los remedios o los alimentos básicos. ¡No quiero más indultos presidenciales a criminales que destruyen nuestra tierra y nuestras fuentes de trabajo! No quiero más un país donde los Carabineros, en lugar de protegernos, tienen que huir de los delincuentes.
No quiero más exesos de impuestos y carísimos peajes por carreteras sucias, inseguras, inundadas y atochadas de vehículos. Estoy hartado de los verdaderos "Pactos de Silencio" para defender lo indefendible.
Ya no quiero más terror en la Macrozona Sur, más territorios de Chile secuestrados por quienes desafían la ley y la Constitución. No quiero más grupos terroristas que siembran el miedo y paralizan el progreso. No quiero más, no puedo aceptar más.
Pero hay algo que sí quiero. Quiero un Chile seguro, próspero y libre. Quiero un país que recupere el orgullo de ser chileno, un país donde nuestros hijos puedan crecer sin miedo. Y sé que no soy el único que lo quiere. Sé que tú también lo deseas.
La historia nos ha mostrado que, cuando un país está al borde del abismo, la unidad y el liderazgo decidido pueden cambiar el rumbo. Líderes como Nayib Bukele en El Salvador, quien enfrentó el crimen con mano firme; Javier Milei en Argentina, que desafía la decadencia económica; Giorgia Meloni en Italia, que defiende la soberanía nacional; y Donald Trump en Estados Unidos, quien logró fortalecer la economía y restaurar el orgullo nacional, nos enseñan que cuando hay un liderazgo fuerte, unido y centrado en el Bien Común, se pueden lograr transformaciones reales. Estos ejemplos nos demuestran que con valentía, determinación y unidad, se puede revertir el deterioro de una nación.
Lamentablemente, no todos piensan igual y en particular, muchas veces nos juegan en contra, los Medios de Comunicación que les dan espacios a los intelectuales de izquierda y de la cultura woke, y peor aún, exponen a quienes, teniendo un conocido y brillante historial de aportes, hoy deberían ser reemplazados, por nuevos y renovados líderes de opinión que comprendan que estamos dando una batalla cultural donde la ambigüedad solo favorece el éxito de los otros.
Es posible. Podemos salir adelante si dejamos de lado las divisiones y nos unimos en torno a un proyecto sólido y comprometido con las verdaderas necesidades de nuestra gente. En este contexto, partidos jóvenes como Republicanos y el Partido Social Cristiano podrían desempeñar un papel fundamental en liderar este proceso de cambio hasta el 2025. Estos partidos, aún no corrompidos por el poder, representan una oportunidad de renovación. Pero su éxito no dependerá solo de ellos. Dependerá de nosotros, de nuestro voto, de nuestra exigencia y de nuestra determinación.
Sin embargo, es importante entender que la solución no reside en un solo partido o en un único líder, sino en la unidad de todas las fuerzas políticas que comparten un compromiso genuino por reconstruir Chile. Es hora de que la derecha deje de lado sus diferencias y trabaje en conjunto para lograr un cambio real y profundo. No podemos darnos el lujo de más divisiones ni de seguir perdiendo el tiempo en disputas internas.
La solución está en nuestras manos. El voto es la única arma que no nos pueden arrebatar. Hoy, no estamos pidiendo favores ni rogando por migajas a una clase política corrupta y desconectada. Estamos aquí para exigir, para recuperar lo que es nuestro. Es el momento de unirnos detrás de aquellos partidos que aún representan una esperanza y darle la oportunidad de liderar el cambio que Chile necesita.
No se trata de teorías ni de discursos vacíos. Se trata de accionar el poder que tenemos en nuestras manos. Este 24 de noviembre y el 2025 será decisivo para el futuro de Chile, y no podemos darnos el lujo de seguir desperdiciando oportunidades. No más apatía, no más indiferencia. El voto es nuestra voz, es nuestro grito de libertad, es nuestra exigencia de cambio.
Chile no necesita más discursos ni promesas huecas. Necesita ciudadanos valientes que se levanten, que voten y que exijan. Porque si no lo hacemos, nadie lo hará por nosotros. Hoy es el momento de actuar, de unirnos y de recuperar nuestro país.
Vota, exige, cambia. Chile depende de ti, de mí, de todos nosotros. Es ahora o nunca.
Buen comentario y llamado a pensar con madurez y patriotismo, en el futuro de Chile.
ResponderBorrarJuntos debemos producir el cambio de mentalidad, que posibilite sacar a nuestro país de esta situación enfermiza que de no revertirse, terminará por debilitar lo mejor de nuestra sociedad: sus hijos.
Tampoco QUIERO MÁS!!! 👍👏👏👏
ResponderBorrarMuy buen pedido, ojalá nuestra América del Sur se uniera para contruir mejor nuestros Países sin menospreciar a nadie,
ResponderBorrarQuiero a chile 🇨🇱 y unidos en libertad
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