CARTA A UN AMIGO Y CAMARADAS.


 Carta Pública: 

A mis camaradas, especialmente a mi amigo Julio Castañer y a todos los que hoy enfrentan la injusticia.

Escribo estas palabras con el corazón apretado, sabiendo que esta Navidad será diferente para ti, Julio. Como militar, sé que no es la primera vez que pasarás esta fecha lejos de tu familia. Durante nuestras carreras, el deber nos llamó a estar lejos de casa, como ocurrió en 1978, durante el conflicto del Beagle. En esos momentos, aunque separados de nuestros seres queridos, encontramos consuelo y fortaleza en la hermandad con nuestros camaradas. Pero esta vez es diferente. Esta será la primera Navidad que pasarás privado de libertad, una injusticia que, en lugar de sanar heridas del pasado, las perpetúa y multiplica.

Sé que estarás rodeado de otros camaradas, hombres que compartieron contigo el amor por el uniforme y el deber hacia la patria. Algunos de ellos son ancianos que superan los 80 o 90 años, hombres que, en su mayoría, poco y nada comprenden por qué están ahí. Esa escena es un testimonio de una cruel e incomprensible maldad, perpetuada por un sistema judicial que ha fallado en garantizar justicia real. Es el reflejo de gobiernos incapaces de construir una verdadera reconciliación, y que, en cambio, han cedido a intereses políticos y venganzas históricas.

Julio, no puedo escribirte sin mencionar a tu esposa, Jeannette. Su valentía y amor incondicional son un faro en esta tormenta. Este año no solo venció al cáncer con una fortaleza admirable, sino que decidió estudiar un Magíster en Derechos Humanos, logrando graduarse en España. Su esfuerzo no solo abre nuevas puertas para tu causa, sino que demuestra su incansable compromiso por buscar justicia, incluso cuando el camino parece lleno de obstáculos. Jeannette, con su determinación, nos recuerda que el amor verdadero es una fuerza que puede desafiar las peores adversidades.

Tampoco puedo dejar de mencionar a tu hijo Julito, un reflejo de los valores que tú y Jeannette han sembrado en su familia. Aunque no conozco a tus otros hijos, estoy seguro de que también llevan en su corazón el ejemplo de fortaleza y dignidad que tú les has dado.

Lo que vives no es un caso aislado, Julio. Es parte de una realidad que afecta a miles de familias de exuniformados en nuestro país. Familias que, como la tuya, han sido ignoradas por un sistema que solo repara a las víctimas de excesos o mal uso de la fuerza, pero que nunca reconoce el sufrimiento de aquellos que enfrentaron el terrorismo y la violencia en su momento más oscuro.

Los pobres y falsos argumentos con que te condenaron, utilizando testimonios falsos y montajes mediáticos, no es más que una pieza en este engranaje de venganza disfrazada de justicia. Su accionar no busca la verdad, sino satisfacer una narrativa parcial que encaja en los intereses políticos de ciertos sectores. Esto no es nuevo; lo vemos reflejado en lo que está ocurriendo en Uruguay, donde el expresidente Mujica y su esposa admitieron públicamente que muchos mintieron para incriminar a exmilitares. Esa confesión es un espejo que refleja lo que también sucede en Chile y Argentina: un sistema que utiliza la justicia como herramienta de venganza, olvidando que la verdad no puede ser construida sobre mentiras.

A quienes lean esta carta, quiero recordarles que esta persecución no solo afecta a los exuniformados encarcelados, sino también a sus familias: viudas, huérfanos, padres y madres que aún esperan justicia por los crímenes que sufrieron en carne propia. Estas familias siguen ignoradas, mientras el sistema judicial y los organismos de Derechos Humanos han transformado este dolor en un lucrativo negocio, donde las reparaciones y los beneficios se reparten entre quienes encajan en la narrativa oficial, dejando en el olvido a quienes realmente necesitan justicia.

Julio, sé que tu devoción a la Virgen María será un consuelo en esta Navidad. Este 24 de diciembre, al recordar el nacimiento de Jesús, espero que encuentres en tu fe un símbolo de nuevas esperanzas. Que la luz de esa noche ilumine no solo tu corazón, sino también el de quienes te rodean, porque incluso en los momentos más oscuros, la fe y la hermandad son una fuente de fortaleza inquebrantable.

A Jeannette, Julito y a toda tu familia, quiero expresarles mi admiración y respeto. Su lucha no es solo tuya, sino de todos los que creemos en la justicia y la verdad. Y a ti, Julio, y a todos los que enfrentan esta persecución, les digo que no están solos. Somos muchos los que no descansaremos hasta que la verdad prevalezca.

Esta Navidad será distinta, pero no será el final. La verdad siempre encuentra su camino, y estoy convencido de que ese día llegará, aunque tarde. Mientras tanto, sigamos luchando con la dignidad y el coraje que siempre te han caracterizado.

Con respeto, admiración y un compromiso inquebrantable,

Christian Slater E.
Coronel (R) del Ejército de Chile. 
Un amigo y ciudadano que cree en la justicia y la verdad.

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