ASÍ ES MINISTRO MARCEL: El diablo tiene una cola, pero cupido "varias" flechas.
¿Otra vez el diablo? No será Cupido el que mete la cola…
Bajada:
Una nueva desprolijidad en las cifras del Ministerio de Hacienda despierta dudas sobre el control y la seriedad con que se manejan los fondos públicos. El ministro Marcel culpa al diablo, pero la historia sugiere que a veces es Cupido quien sabotea el poder.
Texto:
Una nueva inconsistencia en las cifras del Ministerio de Hacienda vuelve a encender las alarmas. Ya no es la primera vez que el ministro Mario Marcel enfrenta cuestionamientos por errores en presentaciones ante el Congreso. Esta vez, la diferencia entre lo que dice el informe financiero y lo que muestra la presentación es escandalosa. ¿El subsidio familiar cuesta $15.980 millones o $17.777 millones? ¿La asignación familiar, $3.937 millones o $4.379 millones? ¿Y la asignación por muerte? ¿$1.268 millones o $1.411 millones?
El ministro, fiel a su estilo, volvió a culpar al diablo: “A veces el diablo mete la cola”. Pero ya es hora de preguntarse si no será otra cosa la que lo distrae. Porque en vez de la cola del diablo… ¿no será que las flechas de Cupido están desviando la atención del ministro? Al parecer, entre pasillos y suspiros de palacio, se está perdiendo el foco de lo que realmente importa: el control, esa responsabilidad indelegable de toda autoridad seria.
Y no sería la primera vez en la historia que el amor —o más bien, sus efectos colaterales— derriban reputaciones y carreras. Ya lo vimos con Marco Antonio y Cleopatra, cuando el poder de Roma sucumbió ante una pasión egipcia. O con Napoleón Bonaparte, que envuelto en su obsesión por Josefina, cometió errores estratégicos que terminaron pasándole la cuenta. Incluso Enrique VIII de Inglaterra puso en riesgo la estabilidad de su reino por sus múltiples matrimonios, uno de los cuales lo llevó a romper con la Iglesia Católica. Y qué decir de Bill Clinton, cuya presidencia quedó marcada por su aventura con una pasante en la Oficina Oval.
La historia es clara: cuando Cupido lanza sus flechas en dirección al poder, el costo lo terminamos pagando todos. El amor es libre, sí… pero el presupuesto no.
Comentarios
Publicar un comentario