LA UNIDAD QUE LA DERECHA TRADICIONAL NO FUE CAPAZ DE LIDERAR.

Una derecha que empieza a unirse… y otra que sigue esperando el milagro.


La historia de los grandes cambios nunca comienza con una mayoría; siempre empieza con los que tienen convicción. Y hoy, Chile ha dado un paso crucial en esa dirección. Tres fuerzas políticas —el Partido Republicano, el Partido Social Cristiano y el Partido Nacional Libertario— han decidido dejar de lado diferencias menores para avanzar en lo esencial: rescatar al país del pantano político, moral y económico en que lo han sumido décadas de desgobierno, corrupción y cobardía política.

Con la firma del pacto “Derecha Unida”, se rompe una inercia peligrosa: la de la dispersión, la competencia fratricida y el miedo a decir las cosas como son. Porque esta no es una unidad vacía ni electoralista. Es una unidad con sentido de propósito, construida sobre principios comunes y una lectura clara de la realidad: Chile necesita orden, necesita seguridad, necesita libertad económica, necesita patria.

Mientras tanto, la llamada derecha tradicional sigue encerrada en sus cálculos, en sus amarres, en sus eternos matices. Observan con escepticismo, algunos con desconfianza, otros con desprecio. Como si aún no entendieran que la paciencia ciudadana se agotó, y que el verdadero liderazgo no se construye con encuestas ni con almuerzos de directorio, sino con coraje, coherencia y calle.

El pacto parlamentario entre Republicanos, Libertarios y Socialcristianos no es solo una buena noticia para quienes creemos en el deber de hacer lo correcto. Es también un llamado de atención para Chile Vamos, que parece vivir aún con la ilusión de que la tibieza agrada a todos. Y no. Hoy más que nunca, el país exige claridad, firmeza y acción.

Con este paso, la nueva derecha demuestra que se puede actuar con unidad, sin perder identidad. Que se puede soñar con gobernar, sin entregarse a los pactos de siempre. Y si Chile Vamos quiere sumarse más adelante, bienvenidos serán. Pero ya no será para imponer condiciones ni para vetar candidatos. Será para sumarse a un proyecto que ya empezó, y que no se detendrá.

La verdadera unidad no se firma con tinta, sino con hechos. Y hoy, hay tres partidos que han hecho lo que se esperaba de ellos: unirse por el bien de Chile. La unidad total tendrá que esperar… pero el camino ya comenzó.


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