NEPAL: DE LA MONARQUÍA A LA CAÍDA DEL COMUNISMO, UNA LECCIÓN PARA CHILE.

Nepal: de la monarquía a la caída comunista, una lección para Chile:


La lección de Nepal es clara: si no queremos llegar a un colapso institucional producto del hartazgo con las élites, debemos apostar por lo nuevo, por lo limpio, por lo que aún no ha sido parte del problema. En Chile, esa alternativa la representan Kast y los partidos afines que todavía no han gobernado. Es nuestra oportunidad de hacer las cosas distintas, antes de que sea demasiado tarde.

1. De la monarquía a la república.

Nepal, un país montañoso entre China e India, fue durante siglos una monarquía hereditaria. El poder estaba en manos del rey, mientras gran parte de la población vivía en pobreza y sin libertades políticas. En los años 90, el malestar social explotó.

2. El ascenso comunista.

En 1996, el Partido Comunista Maoísta inició una guerra civil contra la monarquía. Tras diez años de conflicto y más de 13.000 muertos, en 2006 se firmó la paz y en 2008 se abolió la monarquía. Nepal se convirtió en república federal democrática, con los comunistas como protagonistas del nuevo sistema político.

3. De revolucionarios a élite política.

Con el tiempo, los comunistas (divididos en el UML y el Maoísta-Centro) dominaron la política, alternándose con el Congreso Nepalí. Pero pronto pasaron de ser “libertadores” a convertirse en una élite política corrupta, marcada por el nepotismo, el cuoteo y los privilegios. Para muchos nepaleses, terminaron siendo peores que la vieja dinastía.

4. El levantamiento de la Generación Z.

En septiembre de 2025, el gobierno comunista de K. P. Sharma Oli bloqueó las redes sociales. La Generación Z respondió con protestas masivas. La represión dejó más de 20 muertos y centenares de heridos. En apenas 48 horas, el primer ministro comunista renunció, el Parlamento fue incendiado y la bandera de la hoz y el martillo cayó de los edificios públicos. Un símbolo histórico: el pueblo ya no distinguía ideologías, solo veía a la misma casta corrupta.

5. ¿Qué pasa ahora?

Nepal enfrenta un futuro incierto: rumores de restauración monárquica, llamados a asambleas ciudadanas y una élite política debilitada. Lo único claro es que la Generación Z derribó a un sistema que perdió legitimidad.

6. El espejo para Chile.

Alguien puede preguntar: ¿qué tiene que ver Nepal con Chile? La respuesta es simple: el patrón se repite. Allá primero fue la monarquía, luego los comunistas, y al final todos se transformaron en lo mismo: una élite desconectada, abusiva y corrupta. Aquí en Chile, los partidos tradicionales de izquierda, centro y derecha han caído en los mismos vicios: cuoteo, amiguismo y pactos para protegerse.

7. Los imperdonables excesos y el vacío de autoridad en Nepal.

El estallido social, político y también  delictual en Nepal refleja un cansancio ciudadano parecido al que vivimos en Chile en 2019. Pero hay un punto que no puede ignorarse: más de 20 muertos en solo dos días y un gobierno en fuga. Esa cifra y esa actitud, lejos de ser un triunfo democrático, es un exceso que desnuda la incapacidad del Gobierno Comunista para controlar la crisis.

Llama la atención también el silencio sobre el rol de las Fuerzas Armadas y de la Policía. ¿Dónde estaban? ¿Qué hicieron para evitar la quema del Parlamento, de la Corte Suprema y de las residencias políticas? ¿Que hicieron para que una maza de verdaderas hienas, se ensañaran con sus victimas. En la práctica, no se habla de un control institucional, sino de un vacío de autoridad. Y cuando los uniformados no actúan, el costo lo terminan pagando los ciudadanos, ya sea por la represión mal conducida o por el descontrol que arrasa con todo.

8. José Antonio Kast y la oportunidad de lo nuevo

Frente a ese hastío ciudadano, surgen opciones que todavía no han sido contaminadas por el poder. En Chile, el Partido Republicano, el Socialcristiano y el Libertario nunca han gobernado, y eso los diferencia de la vieja casta política. Entre ellos, José Antonio Kast encarna la posibilidad real de un liderazgo nuevo, firme y distinto, que no carga con los compromisos ni con las complicidades del pasado.

El único que ha demostrado la convicción y la fortaleza para terminar con los abusos de una Casta Política, de izquierda y derecha, que solo producen hastío y rechazo de la ciudadanía. 

La lección de Nepal es clara: si no queremos llegar a un colapso institucional producto del hartazgo con las élites, debemos apostar por lo nuevo, por lo limpio, por lo que aún no ha sido parte del problema. En Chile, esa alternativa la representan Kast y los partidos afines que todavía no han gobernado. Es nuestra oportunidad de hacer las cosas distintas, antes de que sea demasiado tarde.




COMUNISTAS: NI EN NEPAL LOS QUIEREN.

¿Qué es el Partido Comunista en Nepal?

El Partido Comunista de Nepal (en sus principales facciones UML y Maoísta-Centro) ha sido uno de los ejes del poder político del país en las últimas décadas. Sus rasgos clave son:

  • Partido dominante en la política reciente: ha gobernado en diversas coaliciones o en solitario, alternándose el poder con el Congreso Nepalí.
  • Origen revolucionario: el ala maoísta lideró una guerra civil (1996–2006) contra la monarquía; tras el acuerdo de paz de 2006 dejó las armas e ingresó a la política formal.
  • Ideología declarada: marxismo-leninismo y maoísmo, con discurso anti-feudal y anti-imperialista; en la práctica, tendencia al pragmatismo y a pactos de gobierno.
  • Divisiones internas: múltiples facciones y disputas de liderazgo que fragmentan el movimiento y lo integran al juego de poder de las élites.
  • Percepción ciudadana actual: gran parte de la población lo ve hoy como parte de la élite política—asociada a corrupción y desconexión—más que como un proyecto transformador. La caída de la bandera de la hoz y el martillo en 2025 simboliza ese rechazo.



CAOS EN NEPAL:

En Nepal, las protestas lideradas por jóvenes contra la prohibición de redes sociales, la corrupción y el nepotismo han escalado dramáticamente. Tras varios días de disturbios que dejaron al menos 19 muertos y centenares de heridos, el primer ministro K. P. Sharma Oli presentó su renuncia. Sin embargo, lejos de calmarse, la situación se desbordó: manifestantes incendiaron el edificio del Parlamento, así como la Corte Suprema, residencias de líderes políticos y sedes de partidos. También hubo ataques a cárceles y liberación de presos. El aeropuerto internacional de Katmandú fue cerrado y quedó bajo control militar. El país vive un estado de caos político y social, con toque de queda en varias ciudades y crecientes voces que incluso mencionan la posibilidad de un retorno monárquico en medio de la crisis.



DETALLES:

Nepal: una lección desde lejos:

En estos días Nepal vive una crisis política de proporciones. Una medida mal pensada —la prohibición de las redes sociales— encendió la mecha de un descontento que llevaba años acumulándose contra la corrupción, el nepotismo y una clase política que se reparte privilegios como si fueran herencia familiar. En cuestión de 24 horas, las protestas lideradas por jóvenes obligaron al primer ministro a renunciar, y la furia popular terminó con el Parlamento en llamas, residencias de políticos atacadas y un país sumido en el caos.

Cuando en Nepal se habla de “élites políticas”, no se hace referencia a izquierda, derecha o centro como en Chile. Se habla de una misma casta de partidos tradicionales —congresistas, comunistas, maoístas— que, más allá de sus discursos, terminan compartiendo el mismo vicio: gobernar para sí mismos y no para la gente. El resultado: hastío, rabia y finalmente, explosión social.

¿Y qué tiene que ver Nepal con Chile?

Quizás alguien se pregunte por qué hablar de Nepal, un país tan lejano y tan distinto. La respuesta es simple: porque los síntomas se parecen demasiado. Aquí en Chile también vivimos hastiados de una élite política que se mueve entre partidos de izquierda, centro o derecha, pero que en la práctica ha demostrado los mismos vicios: cuoteo, amiguismo, pitutocracia y corrupción. La gente lo sabe y lo siente.

La oportunidad de lo nuevo

Es justamente en contextos como este donde surgen partidos políticos nuevos, que todavía no están contaminados por el poder. En Chile, el Partido Republicano representa esa oportunidad: un movimiento que no ha gobernado y que, por lo mismo, no carga con la mochila de décadas de privilegios y favores. Claro está, el desafío será no caer en los mismos vicios de quienes hoy se critican, pero al menos existe la posibilidad de empezar distinto.

Nepal nos recuerda que cuando los pueblos se cansan de las élites, los sistemas pueden derrumbarse en horas. Chile, aún a tiempo, puede evitar ese colapso si los ciudadanos sabemos elegir bien y exigir que lo nuevo se mantenga limpio y fiel a sus principios.









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