LA ESPERADA FOTO DEL DOMINGO 16.
Cuando la desesperación política vuelve a mostrar sus señales.
Si no fueron capaces de alcanzar la UNIDAD en primera vuelta, no existe excusa alguna para no demostrarla, de manera clara y contundente, en la segunda.
La historia chilena ofrece ejemplos dolorosos de hasta dónde puede llegar la irracionalidad cuando ciertos grupos políticos, impulsados por la desesperación de no perder poder o influencia, deciden cruzar líneas que jamás deberían tocarse. En 1970, en plena tensión electoral, fue asesinado el Comandante en Jefe del Ejército, el general René Schneider Chereau. Tres años más tarde, en 1973, el edecán del Presidente Allende, el capitán de navío Arturo Araya Peeters, fue asesinado en su propio hogar. Ambos crímenes fueron cometidos por grupos radicalizados, demostrando que la violencia nace precisamente allí donde los extremos pierden el control y creen que el fin político justifica cualquier medio.
Hoy, más de medio siglo después, Chile vuelve a mostrar señales inquietantes. Hemos normalizado cantos como “el que no salta es paco”, dejando abierta la pregunta de qué son entonces quienes sí saltan y, sobre todo, qué clase de liderazgo ético tenemos cuando los políticos guardan silencio frente a expresiones que deshumanizan a quienes arriesgan su vida por nuestra seguridad. Hemos permitido que, con apoyo estatal, se instale nada menos que un “Museo del Estallido Social”, celebrando la violencia, el saqueo y la destrucción como si fueran hitos culturales dignos de conmemorar. Y, como si fuera poco, escuchamos el ya conocido manejo del lenguaje: el ministro de Justicia y Seguridad Pública, en un ejercicio semántico sorprendente, se refiere a grupos terroristas de la Araucanía como simples “jóvenes radicalizados”, borrando con una frase la gravedad de los hechos. Algo que nos recuerda los indultos del Presidente Allende, bajo el pretexto de que eran “jóvenes idealistas”.
En ese clima, algunos irresponsables se burlan de las medidas de protección adoptadas por el equipo de seguridad del comando de José Antonio Kast, como el uso de un vidrio blindado en actos públicos, ignorando que en nuestra región no solo fue acuchillado un candidato presidencial —como Bolsonaro en Brasil—, sino también herido por un disparo un candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, durante su segunda campaña presidencial, además del asesinato de un presidenciable en Ecuador antes de la primera vuelta. No son exageraciones. Son hechos recientes que demuestran que la violencia política reaparece cuando ciertos sectores sienten que están perdiendo poder, privilegios o influencia.
A quienes se burlan y amenazan con no estar en la foto de este domingo 16 en la noche, junto al ganador de la derecha —sea quien sea— yo les sugeriría que alguna vez piensen realmente en Chile y su futuro, y no en sus mezquinos intereses personales y partidistas. Chile necesita más que nunca unidad, verdadera unidad, no esa que se declama para la cámara y se olvida al minuto siguiente. Aunque para Matthei dicha foto importe un "pito", le recuerdo que una imagen vale más que mil palabras.
Y ojalá —Dios quiera— que, expuesto el resultado, superemos con creces a quienes aún celebran saltando y cantando consignas contra Carabineros, que seamos muchos más los que no estamos dispuestos a volver a esa cultura del odio. Esta vez sabremos, con números claros y sin relatos, cuántos somos los que estamos más cerca del camino del sentido común… y cuántos siguen atrapados en la lógica del “que no salta es paco”. Será, por fin, una poderosa e indestructible medición real del rumbo que Chile quiere tomar.


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