LA UNIVERSIDAD DE CHILE, SUCUMBE LENTAMENTE.

Del mito a la mediocridad: La Universidad de Chile y su desplome internacional.

La Universidad de Chile acaba de caer 34 puestos en el Ranking QS 2026, pasando del lugar 139 al 173. 


Quienes aún defendían su supuesto prestigio académico deberían leer con atención esta cifra. Porque lo que algunos quisieron ignorar como “opiniones conservadoras” o “críticas ideologizadas”, hoy se convierte en un hecho irrefutable: la Universidad de Chile ya no es lo que fue. Lo advertimos, lo escribimos... y ahora, lo mide el mundo.



En mayo de este año publiqué un análisis titulado “La Universidad de Chile y su deriva ideológica”. En esa columna denuncié con hechos, nombres y cifras cómo esa institución, que alguna vez fue el símbolo del mérito y la formación republicana, se había convertido en una tribuna de activismo político, donde la ideología reemplazó al saber y el dogma desplazó a la excelencia.

Hoy, el prestigioso Ranking QS 2026 me da la razón. Mientras universidades como la Pontificia Universidad Católica de Chile se mantienen en los primeros puestos de Latinoamérica (aunque también descendieron levemente), y otras como la Universidad de Concepción, la Universidad de los Andes o la UC de Valparaíso logran subir posiciones, la Universidad de Chile protagoniza la peor caída nacional: 34 puestos de retroceso.

Y no es casualidad.
Ni un accidente.
Ni un “sesgo internacional”.

Es simplemente el reflejo medible del deterioro que muchos prefieren no ver.


¿Por qué cae? Porque se traicionó a sí misma.

Una universidad que alguna vez formó a los mejores médicos, abogados, científicos e ingenieros de Chile, hoy dedica buena parte de sus esfuerzos a reproducir discursos ideológicos importados, a dictar cátedras donde la “resistencia” vale más que el conocimiento, y a validar manifestaciones políticas dentro de sus espacios académicos como si eso fuera educación.

Ya no hay pluralismo intelectual.
Ya no hay investigación de impacto internacional.
Y, lo más grave: ya no hay vergüenza por la mediocridad instalada.

Mientras el país necesita formación técnica, pensamiento crítico verdadero y excelencia disciplinaria, la Universidad de Chile sigue encerrada en sí misma, ignorando que afuera el mundo no espera.

El gráfico que lo confirma:



La Universidad de Chile es la que más retrocede entre las universidades chilenas mejor posicionadas. Su caída en el Ranking QS 2026 confirma lo que muchos advertimos: cuando el activismo reemplaza a la excelencia, el prestigio se pierde.

Una advertencia que va más allá.

Cuando la Universidad de Chile cae, no solo cae una institución. Cae un símbolo del país. Y con ella, la credibilidad de todo un sistema público que alguna vez tuvo sentido de misión.

El problema no es solo la caída. Es la arrogancia de sus autoridades, que seguirán sin reconocer el fracaso. Que culparán al modelo, al mercado, al imperialismo académico. Pero nunca a sí mismos.

Epílogo con memoria.

En mayo de 2025 escribí: “La Universidad de Chile ha dejado de ser un faro para transformarse en una caja de resonancia de consignas”. Hoy, 2026, el mundo académico internacional me da la razón. Y esto recién comienza.


BLOG ANTERIOR DE MAYO DE 2025:




La Universidad de Chile y su deriva triestamental: el día que la Casa de Bello comenzó a parecerse a la extinta Arcis.

La Carta enviada el 24 de mayo y que no quizo publicar "El Mercurio":

Bajada:

Mientras algunos celebran un supuesto avance democrático dentro de la Universidad de Chile, el filósofo Miguel Orellana Benado enciende las alarmas: detrás del relato triestamental hay más ficción que verdad, más consigna que excelencia. La universidad que una vez fue símbolo de prestigio nacional hoy avanza peligrosamente hacia el activismo ideológico, mientras permite que funcionarios con licencia médica se vayan de vacaciones al extranjero. ¿Qué está pasando?

1. ¿Quién es Miguel Orellana Benado?

Miguel Ernesto Orellana Benado es doctor en Filosofía por la Universidad de Oxford, exdecano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, y exsecretario del Senado Universitario. Con más de 30 años de trayectoria docente e intelectual, ha sido una de las voces más lúcidas y valientes en la defensa de la excelencia académica. Sus críticas no provienen del resentimiento ni del conservadurismo, sino de una preocupación profunda por la decadencia institucional de la universidad pública más importante del país.

2. ¿Qué es el “relato triestamental”?

El triestamentalismo propone que el gobierno universitario debe estar compuesto —con igualdad de voto o poder— por tres estamentos: académicos, estudiantes y funcionarios no académicos. Esta idea, inspirada en la Reforma de Córdoba de 1918 (ver nota final), busca una mayor "democratización" de la toma de decisiones en el mundo universitario.

En la Universidad de Chile, se acaba de aprobar una reforma que redistribuye los votos y aumenta la influencia de estudiantes y funcionarios en órganos superiores. La narrativa dominante celebra esta decisión como un “hito histórico” que supuestamente corrige una herencia "neoliberal" del pasado.

Pero, como bien advierte Orellana en entrevista publicada por El Mercurio el sábado 24 de mayo de 2025 (sección Nacional, página C7), ese relato está construido con una mezcla peligrosa de nostalgia, ignorancia histórica y entusiasmo ideológico.

3. ¿Qué critica el profesor Orellana?

Orellana no solo cuestiona el contenido de la reforma, sino su origen y motivación. A su juicio:

“El relato triestamental tiene un poco de información y mucho de imaginación. Y nada de rigor.” (Miguel Orellana, en El Mercurio, 24 de mayo de 2025).

Denuncia que se ha elaborado una épica universitaria basada en la ficción, pretendiendo hacer pasar por democracia lo que en realidad es populismo académico. También advierte que no hay evidencia de que entregar más poder a los estudiantes y funcionarios vaya a mejorar la universidad. Por el contrario: las cifras de participación real son bajísimas, los quórums no se cumplen y la responsabilidad institucional brilla por su ausencia.

Peor aún, plantea una verdad incómoda:

“La universidad no es una república donde todos tienen derechos políticos, es una comunidad académica que exige ciertas condiciones para participar en sus órganos de gobierno.” (Ibid.)

Finalmente, denuncia que toda esta movida responde más a una lógica ideológica y reactiva post-18 de octubre que a un proyecto serio de fortalecimiento institucional. En palabras simples: una improvisación con consecuencias peligrosas.

4. ¿Hacia dónde se encamina la Universidad de Chile?

No se trata solo de un cambio en el reglamento interno. Estamos presenciando una transformación profunda del alma institucional de la Universidad de Chile. La que alguna vez fue un emblema de excelencia, exigencia y honor académico, hoy se ve envuelta en escándalos éticos y deriva política.

El último episodio lo vimos en los titulares de prensa: funcionarios públicos con licencia médica que se fueron de vacaciones al extranjero, y entre ellos, funcionarios de la propia Universidad de Chile. El silencio cómplice y la falta de sanciones internas muestran un sistema complaciente con la deshonestidad, pero entusiasta con las reformas simbólicas.

5. De la Casa de Bello a la trinchera ideológica: el fantasma de la Universidad Arcis.

Lo que más preocupa no es solo la reforma triestamental ni los escándalos administrativos. Lo verdaderamente alarmante es la deriva institucional e ideológica de la Universidad de Chile, que la va acercando peligrosamente al modelo fallido de la extinta Universidad Arcis. No se trata de exagerar, sino de constatar patrones que se repiten con inquietante similitud.

La Universidad Arcis, recordémoslo, fue durante años un proyecto universitario abiertamente politizado, capturado por sectores de la izquierda más radical, convertido en plataforma de militancia ideológica y financiamiento opaco. Su caída no fue solo financiera: fue moral e institucional. Se desplomó cuando dejó de formar profesionales y comenzó a fabricar activistas.

La Universidad de Chile —otrora emblema del mérito, la exigencia y la pluralidad intelectual— hoy parece avanzar por esa misma pendiente:

Validando tesis convertidas en libros panfletarios.

Usando sus plataformas institucionales para promover una sola visión del país, de la historia y de la política.

Silenciando o excluyendo toda voz que no se alinee con su relato dominante.

Peor aún, se protege bajo el escudo de la “libertad académica”, cuando en realidad ejerce un activismo selectivo, sostenido y con recursos públicos. Y al igual que la Arcis en sus últimos años, ha comenzado a perder el respeto de la ciudadanía, no por lo que enseña, sino por lo que omite y por lo que impone ideológicamente.

Cierre editorial.

La Universidad de Chile no necesita cuotas políticas disfrazadas de democracia. No necesita relatos épicos vacíos ni consignas que emocionan en asambleas pero arruinan las aulas. Lo que necesita es recuperar su dignidad académica, su orden, su mérito, y su razón de existir: formar a los mejores para servir al país.

La Casa de Bello aún está a tiempo de reaccionar. Pero para ello se necesita valentía, autocrítica y decisiones que incomoden a los que hoy confunden asamblea con excelencia. La educación pública no se defiende con pancartas ni con reformas teatrales. Se defiende con rigor, ética y trabajo bien hecho.

Nota: ¿Qué fue la Reforma de Córdoba de 1918?

La Reforma Universitaria de Córdoba fue un movimiento impulsado por estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), que en 1918 demandaron autonomía universitaria, cogobierno estudiantil, libertad de cátedra y apertura democrática en la educación superior. Este proceso se convirtió en un hito latinoamericano, inspirando décadas de activismo universitario en países como Chile, Perú, Uruguay y México. Su espíritu democratizador ha sido invocado reiteradamente, aunque muchas veces distorsionado para justificar reformas ideológicas con poco rigor académico.

OTROS ANTECEDENTES:

DE LA EXCELENCIA AL IGUALITARISMO.


Comentarios

  1. Muy buena síntesis. Recoge la pequeña tragedia de la universidad más importante de Chile, encaminándose paulatina pero, al parecer, inexorablemente a su decadencia. Una lástima.

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