LA URGENTE NECESIDAD DE SER MÁS HUMANOS Y MENOS AVATAR.
Información actualizada:
La Conferencia Mundial de Robótica 2024 se está llevando a cabo en Pekín del 21 al 25 de agosto, centrando su atención en la innovación tecnológica y la colaboración en la industria robótica. El evento reúne a más de 400 profesionales de todo el mundo, incluyendo científicos, líderes industriales y expertos en robótica. Este año, la conferencia se enfoca en tres temas clave: el desarrollo industrial, la innovación colaborativa y la innovación tecnológica, con un fuerte énfasis en cómo las tecnologías robóticas están transformando sectores como la manufactura, la salud, la agricultura y la logística.
Además, la conferencia incluye la "World Robot Contest Championships 2024", donde participan más de 13,000 competidores de más de 10 países. El evento también destaca por su enfoque en aplicaciones prácticas de la robótica en diversas industrias, a través de un concepto llamado "Robot+", que cubre desde la construcción hasta los servicios de emergencia.
En resumen, la conferencia no solo muestra las últimas innovaciones en robótica, sino que también proporciona una plataforma para la colaboración internacional y el avance en la aplicación de estas tecnologías en múltiples sectores industriales.
Hacia un Liderazgo Ético: Conocimiento, Tecnología y la necesidad de definir los Valores en el Siglo XXI.
Introducción:
En las últimas décadas, la humanidad ha presenciado un avance sin precedentes en ciencia y tecnología. La expansión del conocimiento ha roto barreras antes impensables, permitiéndonos explorar desde los confines del universo hasta el intrincado mundo del ADN. Sin embargo, mientras nuestro conocimiento y herramientas se multiplican, surge una inquietante preocupación: ¿estamos fallando en nuestra formación humana y ética? A pesar de tener al alcance de la mano un vasto arsenal de sabiduría, parece que hemos descuidado la construcción de valores que orienten adecuadamente el uso de este conocimiento para el bien común. Esta falta de dirección moral plantea un peligroso escenario en el que, sin límites claros, el ser humano se convierte en su propio dios, dictando lo que es correcto o incorrecto según sus intereses personales.
Desarrollo:
El paradigma del conocimiento sin valores.
El siglo XXI ha sido testigo de un aumento exponencial en el acceso al conocimiento. Innovaciones como la inteligencia artificial, la biotecnología y la conectividad global han transformado nuestras sociedades. Hoy en día, un solo individuo tiene más información a su disposición que cualquier otra persona en la historia. Sin embargo, este acceso ilimitado al conocimiento no ha sido acompañado por un desarrollo paralelo en la ética y los valores humanos.
Yuval Noah Harari, en su obra *Homo Deus: Breve historia del mañana* (2015, Debate, 1ª edición, pp. 120-123), reflexiona sobre cómo los avances tecnológicos nos han dado un poder casi divino sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos, pero cuestiona si estamos preparados moralmente para manejar ese poder. Harari advierte que, aunque hemos conquistado muchas de las enfermedades y miserias que plagaban a nuestros antepasados, corremos el riesgo de deshumanizarnos si no encontramos un propósito ético claro para nuestras acciones.
Zygmunt Bauman, por su parte, ha señalado en su concepto de "modernidad líquida" (*Modernidad líquida*, 2000, Fondo de Cultura Económica, 1ª edición, p. 45) que la constante búsqueda de novedad y la falta de estructuras sólidas en la sociedad contemporánea han debilitado los lazos comunitarios y éticos. Esta fluidez, según Bauman, ha llevado a un relativismo moral donde lo que antes se consideraba incuestionablemente bueno o malo ahora es susceptible de reinterpretación y ajuste según las circunstancias individuales.
El papel de la religión y la moral tradicional.
Durante siglos, la religión proporcionó un marco moral que guiaba el comportamiento humano. La creencia en un ser superior no solo ofrecía consuelo espiritual, sino que también imponía un conjunto de normas y valores que eran socialmente aceptados. Sin embargo, en el mundo moderno, la creencia en Dios ha disminuido significativamente. Según estudios sociológicos, como los realizados por Pew Research Center, la religiosidad ha caído en muchas partes del mundo occidental, y con ella, el temor al castigo divino que, para muchos, era un freno a comportamientos inmorales.
Charles Taylor, en *A Secular Age* (2007, Harvard University Press, 1ª edición, pp. 255-258), explora cómo la secularización ha llevado al surgimiento de lo que él llama "el humanismo secular", una ética basada en la razón y la autonomía individual en lugar de la fe religiosa. Aunque esta perspectiva ha liberado a muchas personas de las restricciones dogmáticas, también ha planteado el desafío de establecer un consenso moral en ausencia de una autoridad trascendental. Como resultado, el ser humano contemporáneo a menudo se ve a sí mismo como el árbitro último de lo que está bien o mal, lo que ha dado lugar a un sentido de relativismo moral.
Pensadores como Richard Dawkins y Sam Harris defienden que la moralidad puede existir sin la necesidad de un dios, basándose en principios racionales y en el bienestar humano. Dawkins, en *The God Delusion* (2006, Bantam Press, 1ª edición, pp. 85-87), argumenta que los principios morales pueden derivarse de la evolución y el sentido común, mientras que Harris, en *The Moral Landscape* (2010, Free Press, 1ª edición, pp. 101-105), sostiene que la ciencia puede determinar los valores humanos. Sin embargo, sus posturas también han sido criticadas por ignorar la dimensión social y comunitaria que la religión proporcionaba, dejando a los individuos solos para definir sus propios valores en un mundo cada vez más fragmentado.
La crisis de valores, el Bien Común y la manipulación educativa.
La falta de un marco moral compartido ha exacerbado la crisis de valores en nuestras sociedades. El individualismo, promovido como un valor en sí mismo, ha socavado la capacidad de las comunidades para definir y perseguir un Bien Común. Robert Putnam, en su obra *Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community* (2000, Simon & Schuster, 1ª edición, pp. 67-70), documenta cómo el capital social ha disminuido en las últimas décadas, erosionando la cohesión social y debilitando las redes de apoyo mutuo que antes eran fundamentales en nuestras sociedades.
En este contexto, ha surgido una nueva y controvertida tendencia: la manipulación educativa en temas de sexo e identidad de género desde los primeros niveles escolares. La introducción de estas temáticas a edades muy tempranas, en ocasiones sin el consentimiento de los padres, ha generado una gran controversia. Críticos de esta tendencia, como Abigail Shrier en su libro *Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters* (2020, Regnery Publishing, 1ª edición, pp. 55-60), argumentan que esta educación prematura y la facilitación de transiciones de género en niños y adolescentes constituyen una experimentación irresponsable, que más que asegurar un cambio feliz, arriesga el bienestar emocional y físico de los jóvenes.
La manipulación genética, utilizada en algunos casos para facilitar la transición de género, es otro aspecto preocupante. La implementación de estos procedimientos a edades tempranas, sin un consentimiento informado y maduro, plantea serias dudas éticas. Michel Foucault, aunque escribió en un contexto diferente, en *Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión* (1975, Siglo XXI Editores, 1ª edición, pp. 202-205) criticó las formas en que el poder y las instituciones manipulan el cuerpo y la identidad de las personas. Aplicando su análisis al presente, podríamos cuestionar si el Estado y las instituciones educativas están ejerciendo un poder excesivo sobre la vida de los niños al imponer una agenda que muchos consideran prematura y experimental.
La creación de una nueva especie: ¿el ser humano como su propio creador?
En paralelo a estos desarrollos, surge una preocupación aún más profunda: la posibilidad de que la humanidad esté pavimentando el camino para la creación de una nueva especie, ni humana ni animal ni vegetal, sino un ser vivo entre robot y avatar. Este ser, mitad humano, mitad androide, podría ser capaz de realizar hazañas que hoy parecen imposibles, como viajar a los confines del universo sin las limitaciones biológicas que enfrenta el ser humano.
La bioingeniería y la inteligencia artificial están avanzando a un ritmo tan acelerado que ya no es ciencia ficción imaginar la creación de un espécimen sin "alma", sin emociones, sin miedo, sin amor, sin odio. Un ser diseñado para cumplir con misiones específicas, sin los lazos emocionales que nos definen como humanos. Este ser, que podría ser la próxima etapa en la evolución artificial, plantea serios dilemas éticos. ¿Estamos dispuestos a sacrificar lo que nos hace humanos en nombre del progreso? ¿Es este el camino que queremos seguir, creando seres que carecen de cualquier tipo de empatía o conexión emocional?
Los filósofos contemporáneos, como Nick Bostrom en *Superintelligence: Paths, Dangers, Strategies* (2014, Oxford University Press, 1ª edición, pp. 215-220), han advertido sobre los peligros de crear inteligencias artificiales o seres bioingenierizados sin una comprensión completa de sus implicaciones. Bostrom sugiere que la falta de precaución en el desarrollo de estas tecnologías podría llevar a escenarios catastróficos, donde estos nuevos seres podrían no solo superar nuestras capacidades, sino también nuestros valores, y redefinir lo que significa ser "vivo".
La importancia de la calidad moral en los futuros líderes políticos y de las Fuerzas Armadas y de Orden.
En un mundo cada vez más convulsionado, donde la crisis y la incertidumbre parecen convertirse en la norma, la calidad de nuestros futuros gobernantes, autoridades y políticos cobra una relevancia crítica. No se trata únicamente de su competencia técnica o su habilidad para manejar complejas situaciones económicas y políticas, sino de su solidez moral y ética.
El filósofo político John Rawls, en su teoría de la justicia, argumentaba que una sociedad justa depende no solo de instituciones bien diseñadas, sino también de ciudadanos y líderes comprometidos con principios de equidad y justicia (Rawls, *A Theory of Justice*, 1971, Harvard University Press, 1ª edición, pp. 347-350). En este sentido, es imperativo que nuestras futuras generaciones de gobernantes y autoridades sean seleccionadas y formadas con un enfoque en valores éticos, que les permita actuar en beneficio del bien común, y no únicamente de sus propios intereses.
Más allá de los líderes civiles, es esencial reconocer el papel de las Fuerzas Armadas y de Orden como la "reserva moral" de una nación. En tiempos de crisis, estas instituciones no solo son responsables de la defensa y la seguridad, sino que también encarnan los valores de disciplina, honor y sacrificio por la patria. En su libro *On War*, Carl von Clausewitz afirmaba que el carácter moral de un ejército es un factor decisivo en la guerra, a menudo más importante que la tecnología o la táctica (Clausewitz, *On War*, 1832, Princeton University Press, 1ª edición, pp. 89-92).
Además de Clausewitz, autores contemporáneos como Samuel Huntington y Eliot A. Cohen han subrayado la importancia de la moral y los valores en el liderazgo militar y político. Huntington, en su obra *The Soldier and the State* (1957, Harvard University Press, 1ª edición, pp. 88-92), destaca que una ética profesional sólida es esencial para que los militares mantengan su integridad en tiempos de crisis, actuando no solo como defensores de la nación sino también como guardianes de su moralidad.
Eliot A. Cohen, en *Supreme Command: Soldiers, Statesmen, and Leadership in Wartime* (2002, Free Press, 1ª edición, pp. 144-148), argumenta que los líderes militares y políticos deben estar alineados en un compromiso común con los valores democráticos y morales, especialmente en tiempos de guerra y crisis. Cohen señala que la capacidad de un líder para inspirar y mantener la moral de su nación y sus fuerzas armadas es tan crucial como su habilidad para tomar decisiones estratégicas.
Autores más recientes como James H. Toner, en su obra *Morals Under the Gun: The Cardinal Virtues, Military Ethics, and American Society* (2000, University Press of Kentucky, 1ª edición, pp. 34-38), enfatizan que los líderes militares deben ser no solo competentes en sus funciones, sino también modelos de virtudes cardinales como la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Toner argumenta que, en un contexto global donde las decisiones militares pueden tener implicaciones éticas profundas, la formación en valores es esencial para mantener la integridad de las fuerzas armadas.
En definitiva, la calidad de nuestros futuros líderes y la integridad de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden serán pilares fundamentales en la construcción de un futuro donde el progreso y la innovación estén al servicio del bienestar colectivo, y no a expensas de la moralidad y los valores fundamentales que sostienen a una sociedad justa.
La necesidad de definir los valores éticos del siglo XXI.
Finalmente, pareciera que en un contexto de cambio constante y desafíos inéditos, es imperativo no solo adherirse a los valores tradicionales, sino también redefinirlos y adaptarlos a las realidades del siglo XXI. La innovación tecnológica, los cambios sociales y las crisis globales exigen que se reevalúen y se actualicen los principios éticos que guiarán nuestras decisiones y acciones en este nuevo entorno. Definir estos valores no es solo una cuestión filosófica, sino una necesidad práctica para garantizar que el progreso beneficie a toda la humanidad sin comprometer la dignidad, la justicia y la sostenibilidad. La construcción de un marco ético adaptado a los desafíos contemporáneos será crucial para navegar un futuro cada vez más complejo y asegurar que el conocimiento y la tecnología se utilicen para el bien común.
Conclusión:
A medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más complejo y tecnológico, es crucial que no perdamos de vista la importancia de la formación humana y ética. El progreso en el conocimiento es innegable, pero sin un desarrollo paralelo en los valores que guíen su aplicación, corremos el riesgo de convertirnos en seres poderosos pero moralmente vacíos. Las recientes tendencias en la educación, la manipulación genética y la creación de seres nuevos y deshumanizados, junto con la necesidad de contar con líderes políticos y Fuerzas Armadas y de Orden moralmente sólidas, plantean serias preocupaciones sobre la dirección que está tomando nuestra sociedad. Necesitamos urgentemente un renacimiento en la educación en valores, que se enfoque en la construcción de un marco ético capaz de orientar el uso del conocimiento para el Bien Común. Solo así podremos asegurar que nuestras innovaciones beneficien no solo a unos pocos, sino a toda la humanidad.
Esta visión no pretende ser apocalíptica y menos, ser vista únicamente como una predicción inevitable, sino más bien como un llamado de atención. Una reflexión para ser más conscientes de las decisiones que tomamos hoy en relación con la tecnología, la ética, y el futuro de nuestra especie. Si bien es posible que algunas de las advertencias se materialicen, también es posible que, a través de la reflexión y la acción responsable, logremos evitar los escenarios que promuevan la auto destrucción del ser huhumano.
Actualmente, a pocos días de publicar este ensayo, se encienden en forma urgente las alarmas de los investigadores, llamando a apagar y desconectar la Inteligencia Artificial. Aunque no es mi posición, porque creo, por sobre otras consideraciones, en el instinto de supervivencia del ser humano, les dejo aquí este urgente llamado:
“imaginemos una civilización alienígena entera, que piensa a una velocidad millones de veces superior a la humana, en un mundo de criaturas (nosotros) que, desde su perspectiva, son muy estúpidas y lentas”.
¡URGENTE! PAREN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL (PINCHA AQUÍ).
Referencias y Citas:
1. Harari, Yuval Noah. *Homo Deus: Breve historia del mañana*. Debate, 2015, 1ª edición, pp. 120-123.
2. Bauman, Zygmunt. *Modernidad líquida*. Fondo de Cultura Económica, 2000, 1ª edición, p. 45.
3. Taylor, Charles. *A Secular Age*. Harvard University Press, 2007, 1ª edición, pp. 255-258.
4. Dawkins, Richard. *The God Delusion*. Bantam Press, 2006, 1ª edición, pp. 85-87.
5. Harris, Sam. *The Moral Landscape: How Science Can Determine Human Values*. Free Press, 2010, 1ª edición, pp. 101-105.
6. Putnam, Robert D. *Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community*. Simon & Schuster, 2000, 1ª edición, pp. 67-70.
7. Shrier, Abigail. *Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters*. Regnery Publishing, 2020, 1ª edición, pp. 55-60.
8. Foucault, Michel. *Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión*. Siglo XXI Editores, 1975, 1ª edición, pp. 202-205.
9. Bostrom, Nick. *Superintelligence: Paths, Dangers, Strategies*. Oxford University Press, 2014, 1ª edición, pp. 215-220.
10. Rawls, John. *A Theory of Justice*. Harvard University Press, 1971, 1ª edición, pp. 347-350.
11. Clausewitz, Carl von. *On War*. Princeton University Press, 1832, 1ª edición, pp. 89-92.
12. Huntington, Samuel. *The Soldier and the State: The Theory and Politics of Civil-Military Relations*. Harvard University Press, 1957, 1ª edición, pp. 88-92.
13. Cohen, Eliot A. *Supreme Command: Soldiers, Statesmen, and Leadership in Wartime*. Free Press, 2002, 1ª edición, pp. 144-148.
14. Toner, James H. *Morals Under the Gun: The Cardinal Virtues, Military Ethics, and American Society*. University Press of Kentucky, 2000, 1ª edición, pp. 34-38.
15. Bacevich, Andrew J. *The New American Militarism: How Americans Are Seduced by War*. Oxford University Press, 2005, 1ª edición, pp. 101-104.
16. Sandel, Michael J. *Justice: What's the Right Thing to Do?*. Farrar, Straus and Giroux, 2009, 1ª edición, pp. 86-89.
17. Ackerman, Bruce. *The Decline and Fall of the American Republic*. Harvard University Press, 2010, 1ª edición, pp. 113-116.
Muy interesante artículo.
ResponderBorrarLa sociedad chilena, está debilitada, producto de una irregular formación valórica e inexistencia de un Sistema Educativo Integral.
Las irregularidades que vemos en la administración de las organizaciones, en gran medida se deben , a la debilidad valórica ,de sus "supuestos" líderes. E.S.E.