KAST Y KAISER DEBEN PONER A CHILE POR DELANTE.
KAST Y KAISER: UN DIÁLOGO URGENTE.
Las encuestas no son infalibles. No predicen el futuro, sino que solo reflejan una fotografía del momento, influenciada por la forma en que se formulan las preguntas, el segmento de la población encuestado y hasta posibles intereses políticos o económicos. Plaza Pública Cadem es solo una referencia más entre muchas otras, con un historial irregular en elecciones pasadas: a veces ha acertado dentro del margen de error, y en otras ha sobrestimado o subestimado a ciertos candidatos.
Por ejemplo, en 2021, subestimó el apoyo a José Antonio Kast en la primera vuelta presidencial, situándolo varios puntos por debajo de su resultado real. También en 2017, sobreestimó la ventaja de Alejandro Guillier sobre Sebastián Piñera, mostrando una carrera más estrecha de lo que finalmente fue. Esto demuestra que las encuestas no son certezas, sino indicadores momentáneos que pueden cambiar rápidamente.
Dicho esto, ignorar completamente los resultados de encuestas como esta sería un error. No se trata de tomarlas como verdad absoluta, sino de verlas como las primeras luces de alerta, una señal que al menos debe llevar a prever una estrategia o un plan de contingencia. Si la verdadera derecha quiere ganar en 2025, no puede dormirse en los laureles ni confiar en la simple decepción de la gente con la izquierda. Debe actuar con inteligencia, unidad y estrategia.
La reciente encuesta Plaza Pública Cadem, publicada el 16 de febrero de 2025, refleja un escenario desafiante para la verdadera derecha en Chile. Mientras Evelyn Matthei lidera con un 55% de intención de voto y Michelle Bachelet le sigue con un 50%, José Antonio Kast y Johannes Kaiser enfrentan un alto nivel de rechazo, con un 60% y 61% de los encuestados respectivamente afirmando que no votarían por ellos.
Dado este panorama, Kast y Kaiser tienen mucho que conversar. No solo sobre la posibilidad de una primaria presidencial, sino también sobre la necesidad de una lista única para las elecciones de diputados y senadores. Esta estrategia permitiría optimizar su representación en el Congreso Nacional y evitar la dispersión de votos dentro del sector.
Johannes Kaiser ha manifestado que si alcanza entre un 18% y 20% de apoyo en las encuestas, oficializaría su candidatura presidencial. También ha expresado apertura a una primaria con otros sectores de la derecha. Sin embargo, considerando los actuales niveles de rechazo, ambos líderes deben evaluar seriamente su viabilidad electoral.
Más allá de la contienda presidencial, un pacto electoral amplio y bien estructurado podría ser clave para garantizar una mayor representación en el Congreso. La fragmentación dentro de la derecha solo beneficia a sus adversarios políticos y diluye cualquier posibilidad de consolidar una agenda que represente verdaderamente los principios y valores del sector.
Además, es fundamental, ante un eventual triunfo de un candidato del desastroso oficialismo—llámese Bachelet, Tohá o quien sea—contar con una mayoría de congresistas de la verdadera derecha. Algo que ha hecho mucha falta en este Gobierno, donde la izquierda, con los votos y el apoyo de Chile Vamos, ha desmantelado la Constitución, la institucionalidad del país y las estructuras del Estado. Ejemplo de ello es la ausencia de leyes efectivas contra el crimen organizado, el debilitamiento de las Fuerzas de Orden y de las Fuerzas Armadas, que han visto reducidos sus presupuestos y han sido objeto de una constante persecución y venganza política contra sus integrantes, tanto en el pasado como en el presente. A esto se suman los pésimos resultados económicos, el nivel de endeudamiento descontrolado, la incapacidad de alcanzar las metas de Hacienda, el hecho de haber quedado a la cola de los países de Sudamérica y los miles de millones de pesos que desaparecieron en manos de fundaciones truchas. Sin una oposición fuerte y unida en el Congreso, cualquier gobierno de izquierda seguirá avanzando en la destrucción del país, sin contrapeso ni freno real.
Ahora bien, imaginemos un escenario en el que, en la primera vuelta presidencial, los dos candidatos con mayor votación sean de derecha. ¿Qué significaría esto? Un mensaje potente y contundente de que Chile ha despertado y que la izquierda ha perdido por completo su respaldo popular. Un resultado así no solo consolidaría la fuerza de la derecha en el Congreso, sino que también obligaría a las fuerzas tradicionales de izquierda y centroizquierda a reconocer que su modelo ha fracasado.
Este escenario no es descabellado si la izquierda llega dividida a la elección. Si Michelle Bachelet decide no postularse, lo más probable es que varios candidatos progresistas intenten disputar el liderazgo del sector, dividiendo el voto y debilitando sus posibilidades de llegar a segunda vuelta.
Si en este contexto la derecha mantiene dos candidaturas fuertes, el panorama podría ser inédito: que la primera y segunda mayoría sean dos candidatos de derecha, dejando a la izquierda fuera de la contienda final. Esto no solo representaría el colapso definitivo del progresismo en Chile, sino que también aseguraría un gobierno sin ataduras ni pactos con sectores que han destruido al país.
¿Se imaginan una segunda vuelta sin la izquierda? No es una fantasía, es una posibilidad real si la derecha hace lo correcto.
Este es el momento de actuar con estrategia e inteligencia política. Si la verdadera derecha deja de lado las divisiones y se enfoca en captar el voto desencantado con la izquierda, este escenario podría convertirse en una realidad. No se trata solo de quién ocupará el sillón de O’Higgins, sino de construir una mayoría en el Congreso que garantice la defensa de los valores y principios que Chile necesita recuperar.
El futuro de Chile no depende solo de los candidatos, sino de los ciudadanos que eligen con inteligencia. La verdadera derecha no puede esperar que el poder le llegue solo por el fracaso de la izquierda. Es momento de moverse, organizarse y actuar.
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