LA NUEVA LEGULEYADA POLÍTICA.
Un
62% de ciudadanos con casi 8 millones de votantes, el 4 de septiembre de 2022
dijimos no a una Nueva Constitución. Una Constitución que no recogió las
demandas sociales de octubre de 2019, ni tampoco la urgente necesidad de
recuperar la seguridad, el orden, el Estado de Derecho y la contención y derrota
del narcoterrorismo. Por el contrario, bajo la amenaza de nuevos estallidos
delictuales y con falsos acuerdos de paz, que solo permitieron la instalación del
narcoterrorismo en la Macro Zona Sur de Chile, se nos presentó un engendro de
Constitución que no recogió las demandas del ciudadano, independiente, libre,
soberano, patriota y respetuoso de su historia republicana. Muy por el
contrario, recogió toda la maldad, la violencia y las separatistas proposiciones
de la extrema izquierda y de cuanta minoría existente hubiese en el territorio
nacional, más aún, aceptó la descarada intervención y opinión de gobernantes de
países como Venezuela y Argentina. Una Constitución redactada por una minoría
que no representaba a nadie y que se auto empoderó bajo el añejo slogan de la lucha
de clases, con un perverso espíritu refundacionalista que intentó borrar la
historia de Chile y su tradición republicana para, desde una hoja en blanco,
redactar con la mano de la extrema izquierda, una Constitución plagada de odio,
resentimiento social y venganza.
Nada bueno podría resultar de semejante engendro y
batalla cultural disfrazada de Convención Constituyente. Por los mismo, el
Rechazo ganó en los sectores más humildes y populares, en los más afectados por
la sequía, en las cárceles, en los campos, en las zonas aisladas y más extremas
de Chile, incluso en lugares donde la mano del Estado no llega, ganó también en
la propia región y mesa del Presidente de Chile, el mismo que lideró la opción del
Apruebo, ganó también, en las comunas cuyos Alcaldes son Comunistas. Al
respecto, y escuchen muy bien los de la derecha económica que el 2017, antes
del estallido social, se reunieron en el Palacio de Las Majadas de Pirque, el Rechazo
ganó, porque los chilenos comprendieron que más allá de buscar una mezquina solución
a sus problemas personales y más allá de tener más o menos dinero, era más
importante salvar la República de Chile, su historia, cultura y tradiciones. Así
es, el rechazo ganó gracias al voto de la gente humilde, sencilla, trabajadora,
republicana, y patriota que, gracias a Dios, aún es lo que más abunda en Chile.
En una votación
histórica, jamás vista en nuestra Patria, el éxito del Rechazo al
revolucionario engendro bolivariano, debería haber puesto fin a un largo,
millonario, innecesario, traidor e inútil Proceso Constituyente, pero no fue
así. Nuevamente, la leguleyada política, esa que se reconoce como una maniobra
fraudulenta con apariencia de legalidad, se apoderó de la victoria, sumándose a
esa traidora posición, la mayoría de los viejos y nuevos líderes de opinión. En
lo particular, siendo líder de nada, sino un simple ciudadano, soberano, libre
e independiente que ha hecho valer el poderoso efecto del voto, no me sumaré a
tan fácil y traidora posición, porque soy parte de esos millones de ciudadanos
independientes que, además de votar Rechazo, teníamos claro que, de ganar esa
opción, continuaría vigente la actual Constitución de 2005. Esa que el sábado 17
de septiembre de 2005, con gran parafernalia y cobertura periodística nacional
e internacional, difundió el ex Presidente Ricardo Lagos. Constitución firmada
por él y todos sus ministros. “Tenemos hoy por fin una Constitución
democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile”,
dijo Lagos en un acto oficial en el patio de los Naranjos del Palacio La
Moneda.
Pese a todo lo sucedido y
anteriormente recordado, hoy, con un mismo y mentiroso relato, los políticos de
izquierda y derecha, manifiestan, faltando a la verdad, que la Constitución de
1980 está muerta. Bien lo saben ustedes –y lo más
grave que ellos también– no es la de 1980, es la de 2005 y tampoco está muerta.
Pero ellos, los políticos, la quieren asesinar, así como también, después del
Gobierno Militar, secuestraron a la democracia. La quieren asesinar e ignorar
su existencia porque el Artículo 142 de la Constitución vigente, dice
claramente: “Si
la cuestión planteada al electorado en el plebiscito ratificatorio de salida,
fuere rechazada, continuará vigente la presente Constitución”. Y ahora, quieren
pasar por sobre la decisión soberano del pueblo que les dijo ¡BASTA!
Ellos quieren además un nuevo Proceso
Constituyente con una Convención 100% electa, lo que significaría, para sus
partidos políticos, millones de pesos por cada voto obtenido. Así juegan los
políticos a espaldas de la ciudadanía y nos quieren convencer que sus
intenciones, son siempre nobles.
Al igual como lo afirmé el 2019, y el tiempo me
dio la razón, cuando jamás estuve de acuerdo con el bolivariano y traidor
Proceso Constituyente, nunca jamás estaré de acuerdo con esta falsa paz
simulada. Menos aún con todos esos políticos que, faltando a la verdad, y que
son parte de tan solo el 4% de aprobación ciudadana, secuestran el Rechazo, no
cumplen con lo que establece el Artículo 142 de la actual Constitución y,
nuevamente, abandonado a los chilenos, no se concentren en buscar la solución a
las urgentes demandas sociales. Ellos deben trabajar y no seguir inventando
Procesos Constituyentes. El problema no es la Constitución. ¡Son ellos!
Una irresponsable actitud que lejos de una
adecuada estrategia, no considera los hitos tácticos y operativos que primero y
necesariamente se debe cumplir. Una vez más atolondradamente, engañan a sus
seguidores y rompen falsas investiduras que, de nobleza, nada tienen. El país y el hostil entorno económico internacional que se
agravará el 2023, no acepta más distracciones. Lo urgente hoy para la
ciudadanía es la seguridad y el orden, sin ello jamás habrá desarrollo. Y lo
urgente para el Presidente Boric, es salvar su Gobierno que se hunde y está a
punto de fracasar rotundamente. Con un nuevo Proceso Constituyente, solo
logrará apurar su caída, algo que a veces, pareciera que lo pide a gritos, los que, según se
entiende, fueron escuchados por el Grupo de Puebla y no estarían dispuestos a
seguir apoyándolo.
Insisto, ante las
opciones que hoy busca una desesperada casta política, ¡ninguna de ellas!
Simplemente punto final. Solo los cambios necesarios a la Constitución vigente
a través del Congreso, pero no ahora, en el próximo gobierno. Un buen motivo e
incentivo para elegir adecuadamente a nuestros futuros legisladores, a través
del voto popular, democrático y obligatorio.
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