25.OCTUBRE.2024:
Nuevamente Tomás Mosciatti en sus comentarios de hoy, en el noticiero matinal de Radio Biobío, comete el mismo error y nuevamente lo corrijo:
Nadie puede cumplir la orden de un superior si esta contraviene la ley, la justicia o la constitución. Lo que corresponde es no cumplirla.
La responsabilidad de un subordinado en cualquier institución, especialmente en áreas como las Fuerzas Armadas o de Orden, implica no solo obedecer órdenes, sino también discernir si estas son legales y justas. Así lo establece el principio de "obediencia debida," que permite rechazar órdenes que contravengan la ley, la justicia o la Constitución.
Este principio está en consonancia con los acuerdos internacionales y normativas nacionales, como el Código Penal, que prohíben excusar actos ilegales bajo la premisa de obediencia. La regla es que cada miembro tiene el deber de cuestionar una orden si esta es contraria a la legalidad.
Lo que usted equivocadamente afirma es grave y confunde a sus auditores, pero nuevamente se lo agradezco. Así como usted dice -lo que hoy es un error- durante el Gobierno Militar, no había otra posibilidad. Las órdenes se cumplían sí o sí. Y que conste, no es una crítica, es solo la realidad y el contexto de esa época que algunos insisten en desconocer.
En todo caso usted mismo se contradice durante el matinal de hoy 25 de octubre. Por un lado afirma que nadie de la PDI podría no cumplir la orden de un superior, pero por otro lado manifiesta que nadie puede ver el vídeo de una cámara de un lugar púbico, sin una orden judicial.
Mis reparos Sr. Mosciatti, no son para la vital, brillante y destacable labor que hace su medio de comunicación, algo que es tremendamente necesario cuando en Chile, por culpa de la corrupción política, no tenemos una sólida Comunidad de Inteligencia. Un negativo escenario en que cada cual puede jugar al James Bond o peor aún, al Agente 86. Mis reparos, tal como lo manifesté ayer en este mismo Blog, es el "conveniente uso" que usted hace con la privilegiada información que maneja, la que a mi parecer, beneficia más la subsistencia de Radio Biobío y no el Chile que queremos.
24.OCTUBRE.2024:
Señor Tomas Mosciatti, "ayúdeme a pensar juntos":
En su programa matinal, en Radio BíoBío, Tomás Mosciatti lanzó un desafío en su noticiero: "Ayúdenme a pensar juntos". En este caso, la reflexión giraba en torno a la sorpresiva decisión del exsubsecretario Manuel Monsalve de entregar voluntariamente su celular a la PDI, como si con ese gesto pudiera despejar toda duda. Claro, más tarde nos enteramos de que no se trataba de su único celular, sino que tenía al menos tres más, lo que deja mucho espacio para cuestionar sus verdaderas intenciones.
Mosciatti planteó una serie de interrogantes sobre lo que la PDI podría haber hecho con ese celular. Agradezco su intento de hacernos reflexionar, aunque parece evidente que Monsalve intentaba adelantarse a los hechos, como si con un solo gesto pudiera desviar la atención sobre lo que realmente estaba ocurriendo. Pero volviendo a su reflexión, usted dijo que quien recibió la orden de Monsalve tenía tres alternativas claras:
1. Cumplir la orden porque, claro, "las órdenes se cumplen sin chistar".
2. Recibir el celular pero advertirle que su orden podría no ser del todo legal.
3. Y la más interesante: ante la insistencia, cumplir la orden por tratarse de una de esas situaciones en las que, "si te lo piden tres veces, ya no hay vuelta atrás".
Señor Mosciatti, permítame hacer una observación. Gracias por traer de vuelta este delicado tema sobre órdenes y obediencia, porque nos permite recordar aquellos tiempos que algunos parecen querer borrar o reescribir. Hablo de hace 50 años, cuando jóvenes soldados de apenas dieciocho años recibían órdenes bajo un estado de sitio, con tribunales militares y consejos de guerra. Órdenes que, si no se cumplían, convertían rápidamente a esos soldados de miembros del pelotón de fusilamiento a sus propios fusilados.
Jóvenes que, en muchos casos, no sabían ni leer ni escribir, pero que hoy cumplen condenas por haber cumplido esas órdenes en medio de un conflicto que algunos prefieren fingir que nunca existió. ¡Qué cómodo es juzgar desde la tranquilidad de un estudio de televisión, señor Mosciatti!
Claro, esos tiempos quedaron atrás, o al menos eso esperamos. Hoy, gracias a la iniciativa de oficiales como el ex Comandante en Jefe del Ejército, General Juan Emilio Cheyre, la obediencia en las Fuerzas Armadas es reflexiva. Las órdenes que no se ajustan a la ley no se cumplen, y se denuncian. Esa es la realidad actual.
Parece que, en la actualidad, el peso de las decisiones está más sujeto al escrutinio público que a las necesidades del momento, pero la historia tiene una forma curiosa de repetirse. Y hablando de decisiones en situaciones críticas, aún recuerdo la entrevista que le hizo al Coronel (R) Julio Castañer por la reapertura del "caso quemados". Usted tenía en sus manos información clave: un montaje periodístico, la confesión de un soldado que había sido obligado a mentir por un periodista, la reapertura de un caso que ya había sido juzgado y sentenciado en plena democracia, y una señora Carmen Gloria Quintana que, como víctima, nunca mencionó ni vio al Coronel (R) Julio Castañer. Pero, claro, nada de eso fue de su interés. Había que darle de comer al circo, y usted, cual emperador romano, condenó al valiente e inocente gladiador sin titubear. Si usted se tomara en serio todo lo que sabe, escucha o ve, le aseguro que no necesitaríamos un abogado Hermosilla para enterarnos del nivel de corrupción o prevaricación que practican algunos jueces.
Ayer vimos cómo más de 30 jóvenes escolares, manipulando una bomba molotov en el baño de su colegio, sufrieron graves quemaduras; tres de ellos en riesgo vital. Supongo que usted aprovechará esa noticia para recordar que, en el "caso quemados", también existe la versión de un soldado que afirma haber pasado por accidente junto a una bomba molotov, que al explotar desencadenó la tragedia que ya todos conocemos. Tal vez también quiera recordarles a sus auditores aquellas bombas incendiarias que asesinos y delincuentes lanzaron a Carabineros durante el estallido social, con el claro propósito de quemarlos vivos. Pero parece que las quemaduras de Carabineros no importan.
De acuerdo con un catastro enviado a Emol por Carabineros, entre el 18 de octubre de 2019 y el 31 de marzo de 2020, 82 carabineros sufrieron quemaduras en el contexto del estallido social, como resultado de ataques con bombas molotov y otros artefactos incendiarios. En total, 4.817 carabineros fueron heridos, muchos con lesiones graves, incluyendo 129 con impactos balísticos y 187 con fracturas. Sin embargo, parece que esas historias rara vez ocupan los titulares.
Entonces, señor Mosciatti, utilizando su misma lógica, lo invito a que "pensemos juntos" sobre otros temas que quizás no sean tan convenientes para el relato popular. Pensemos, por ejemplo, en las veces que Carabineros han sido víctimas de las mismas bombas incendiarias que parecen solo merecer atención cuando las heridas afectan a ciertos sectores. O en aquellos soldados condenados por cumplir órdenes u oficiales condenados solo por ser oficiales o solo por haber pertenecido al Ejércitode Chile. Reflexionar sobre estos temas también sería un ejercicio válido, ¿no le parece?
Así que, con todo respeto, señor Mosciatti, parece que ha cometido un error. Uno que debería llevarlo a reflexionar, por humanidad más que por rating, sobre sus comentarios livianos. Usted, que ha criticado tanto a esos mismos militares en su momento, quizás debería haber aprovechado su posición para arrojar un poco de luz sobre la inocencia de algunos de ellos, en lugar de subirse al carro del populismo barato. Porque, como bien sabemos, el circo romano ya pasó, pero algunos aún se empeñan en mantener el show.
Atentamente,
Christian Slater Escanilla.
Moschiatti, en la entrevista se convirtió en juez tratando d demostrar una culpabilidad que no existe. Eso estuvo muy mal de su parte. Desde entonces Mosciatti se me cayó y perdió toda mi confianza. Mal educado que interrumpió al “acusado” muchas veces, dejándolo sin oportunidad de dar una respuesta aclaratoria. Injusto y fuera de lugar, igualito a doña Paulina de Allende. Insólito,
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