CADA PAÍS TIENE EL GOBIERNO QUE SE MERECE.

Un comentario que estará vigente, al menos, hasta el domingo 16 de noviembre de 2025:

En un país donde reinaba el orden, la seguridad, el desarrollo y el orgullo de pertenecer a esa tierra, todo fluía armoniosamente. Las familias disfrutaban de paseos tanto diurnos como nocturnos por sus calles y barrios, y podían desplazarse de una ciudad a otra sin temor a ser perturbados por la violencia. La presencia del Estado era palpable en cada rincón, convirtiéndose en un modelo a seguir para el mundo entero.

Las plazas, universidades, colegios y áreas deportivas rebosaban de jóvenes alegres, saludables y dedicados a sus estudios. Sin embargo, la sombra de la envidia y el resentimiento social, alimentada por un grupo de vagos que nunca habían tenido un trabajo estable y menos un legal emprendimiento económico, empezó a teñir la paz que tanto se valoraba.

Este país, seducido por la ilusión de alcanzar un mundo supuestamente mejor y con la posibilidad de quitarle al que tenía más, perdió gradualmente su libertad mientras la ignorancia se infiltraba en sus ciudadanos. Hoy, se han convertido en una suerte de zombis, carentes de pensamiento crítico, impulsados únicamente por sus instintos más básicos. Algunos se han transformado en bestias dóciles, mientras que otros -una minoría despiadada- ejercen un control feroz sobre todos los aspectos de la sociedad.

Las autoridades, atrapadas en una conveniente complicidad pasiva, en beneficio de una secuestrada y ultrajada democracia, toleran y hasta fomentan toda forma de corrupción, ya sea para conservar sus privilegios económicos y sociales o para enriquecerse a expensas del erario público. La masa amorfa que conforma la sociedad ya ni siquiera recuerda las cualidades que deberían caracterizar a un buen gobernante o a una autoridad competente. Aceptan cualquier cosa que se les presente y, lamentablemente, incluso proponen alternativas aún peores.

En este país, quienes ostentan el poder político, en su mayoría, solo se preocupan por el bien común de sus bolsillos y su familia. Con la elocuencia que los caracteriza, han convencido al ignorante e ingenuo pueblo de que son personas honorables al servicio de fines superiores para el bien de la patria, y que nunca caerían en la colusión con jueces prevaricadores ni recurrirían al financiamiento ilegal de la política. 

El pueblo les cree ciegamente e incluso han permitido -por años- que no exista una Ley ni tampoco un Sistema de Inteligencia, cuando el mundo es azotado, justamente, for la falta de organizaciones capaces de detectar tempranamente, las antiguas y nuevas amenazas, tanto internas como externas que afectan la Seguridad Nacional.

Por favor, despiértenme cuando estén dispuesto a votar por un Bukele, un Milei, o alguien que se le parezca, cualquier otra alternativa será más de lo mismo y el momento de hacer las maletas. Les adelanto que ninguno es de mi completo agrado, pero ante la catastrófica  emergencia que vivimos, necesitamos un urgente y drástico cambio. Después, más adelante, tendremos la posibilidad de cambiarlo por uno, levemente más moderado.

Lo último, antes de buscar un candidato como los mencionados, lean primero sus currículos, para que no vayan a proponer un payaso o un charlatán de esos que abundan en la Redes Sociales y que aseguran -como si tuvieran una varita mágica- que van a cambiar Chile en una semana. Seamos serios por favor. Justamente por esa falta de seriedad es que tenemos lo que tenemos, y también hace poco, tuvimos una tía picachú y un pelao Vade, cumpliendo así con la célebre frase de Joseph Maistre, quien en 1819 aseguró, que cada país tiene el gobierno que se merece.






Comentarios

  1. Cruda, pero lamentablemente, una realidad. El país está viviendo una crisis política, económica y social, como pocas en su historia. Se requiere de una conducción firme y apegada a los valores propios de nuestra cultura nacional . Hay que volver a ellos y el ejemplo debe provenir , fundamentalmente, se los integrantes de los poderes del Estado. E.S.E.

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