EL IGNORANTE, Y A VECES, TRAIDOR VOTO NULO.
A LOS QUE PROMUEVEN EL VOTO NULO: UNA REFLEXIÓN SOBRE EL DEBER CÍVICO Y LA RESPONSABILIDAD PATRIÓTICA.
El voto es uno de los pilares fundamentales de la democracia moderna. Como bien señaló Alexis de Tocqueville, "El voto es un arma poderosa y pacífica que, utilizada adecuadamente, permite a los ciudadanos influir en el destino de su nación" (De la Democracia en América, 1835). Este derecho, conquistado a lo largo de la historia a través de luchas y sacrificios, no solo representa la voluntad individual, sino que es la manifestación del compromiso de cada ciudadano con el bienestar de la República.
El acto de votar trasciende el simple hecho de emitir una preferencia personal. En su esencia, el voto es un deber cívico que refleja la responsabilidad de cada individuo hacia la comunidad y la nación. Como bien lo establece la teoría del contrato social, desarrollada por pensadores como Jean-Jacques Rousseau, la participación activa en el proceso democrático es lo que legitima la autoridad del Estado y asegura la protección de los derechos y libertades fundamentales.
En este contexto, el patriotismo no debe confundirse con un mero sentimiento de amor a la patria; implica una acción concreta en defensa de los valores y principios que la sostienen. George Washington, en su Discurso de Despedida (1796), advirtió sobre el peligro de la apatía política y la necesidad de una ciudadanía vigilante: "El verdadero patriota es aquel que, comprendiendo la importancia de la participación cívica, actúa en beneficio de la nación, incluso cuando las circunstancias son adversas".
Promover el voto nulo en un momento crítico para el país es, en este sentido, una negación de este deber cívico y patriótico. No se trata de una simple expresión de descontento; es un acto que, en última instancia, socava los cimientos mismos de la democracia. La historia ha demostrado que la falta de participación activa en el proceso electoral puede abrir las puertas a regímenes autoritarios y a la erosión de los derechos civiles. Ejemplos de esto se pueden observar en diversas naciones donde la abstención y el voto nulo han debilitado las instituciones democráticas y permitido el ascenso de fuerzas políticas radicales. Además, el sacrificio de aquellos que han defendido la soberanía y la libertad de la nación no debe ser olvidado. A lo largo de la historia, innumerables patriotas han dado su vida en defensa de la República, entendiendo que la libertad y la soberanía son valores que deben ser preservados a toda costa. Renunciar a participar en el proceso electoral, invalidando el voto, es una traición a ese legado.
Finalmente, no podemos olvidar a los soldados y Carabineros que, en 1973, asumieron la responsabilidad de defender y recuperar la democracia y evitar una sangrienta Guerra Civil. Estos hombres, siguiendo órdenes de sus superiores, tomaron una decisión que salvó a Chile de un conflicto fratricida, y sin embargo, hoy, 50 años después, muchos de ellos son perseguidos y encarcelados sin un debido proceso. Son víctimas de ficciones jurídicas, montajes periodísticos, falsos testimonios y, en muchos casos, todo ello solo por haber vestido el uniforme de la patria.
¡Qué rabia, qué dolor, qué impotencia, y qué falta de comprensión y solidaridad! ¿Cómo es posible que, después de todo esto, alguien me diga que votará nulo? No podemos permitir que el sacrificio de tantos se desmorone ante la indiferencia o la ignorancia. El futuro de nuestra nación depende de la acción decidida de cada ciudadano. Votar es un acto de patriotismo; votar nulo es un acto de abandono. Es nuestra responsabilidad asegurar que Chile siga siendo una nación libre, soberana y justa.
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