OTRA VEZ SQUELLA Y SUS INCONGRUENCIAS FRENTE A LOS AMANTES DE LA GUILLOTINA Y EL ARSENAL NUCLEAR.
La Visión de Agustín Squella sobre la Democracia y su Crítica a la Intervención Militar.
Agustín Squella, un destacado académico y escritor chileno, es un defensor acérrimo de la "democracia sin apellidos" y que, en sus propios escritos, se autodefine como un liberal comprometido con los principios de libertad, igualdad y fraternidad. En su columna publicada en "El Mercurio" el 14 de agosto de 2024, Squella criticó a quienes abogamos por una "democracia protegida", reduciendo este enfoque a una mera preocupación por el "orden social". Según Squella, "La democracia se encuentra en apuros. Siempre lo está. Hay poderes explícitos o agazapados que no la quieren para nada, sobre todo cuando se pide solo orden social y desean lo de siempre: poner el pie encima a aquellos que, además de Orden, no claudican en el deber de conseguirlo en un marco de libertades y no con cada policía, militar o milicia con el rifle puesto en la cabeza de quienes, prefiriendo la democracia, la reclaman sin apellidos".
Crítica a la Postura de Squella:
Este punto de vista lo considero excesiva y mañosamente crítico e incluso ingenuo, especialmente cuando se compara con la postura de países como Francia. Un país que históricamente ha promovido los valores de libertad, igualdad y fraternidad y que además, mantiene un arsenal de aproximadamente 290 ojivas nucleares, lo que la convierte en la cuarta mayor potencia nuclear del mundo. Este arsenal es justificado bajo la doctrina de disuasión nuclear, que sostiene que la amenaza de represalias nucleares es necesaria para prevenir un ataque y, en última instancia, para asegurar los mismos valores que Squella defiende. Antes, lo hicieron con la macabra y cruel guillotina. La tensión entre los ideales de libertad, igualdad y fraternidad y la realidad de un arsenal nuclear, refleja una de las grandes paradojas de la política internacional. Mientras Francia busca proyectar estos valores de manera universal —valores sobre los cuales Squella podría hablar por semanas— también justifica su existencia y seguridad en un mundo donde la disuasión nuclear sigue siendo una realidad aceptada. Esta paradoja plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la seguridad, la ética en las relaciones internacionales, y cómo los valores pueden o deben ser aplicados en el ámbito global.
En este contexto, parece que Squella pasa por alto la complejidad de esta contradicción. Francia no solo ha contemplado, contempla y seguirá contemplando el uso de "un rifle" en manos de un militar o un policía, sino también el devastador poder de un "arsenal nuclear" que no distingue entre hombres, mujeres o niños, un arma capaz de arrasar con la misma humanidad que busca proteger los ideales de libertad, igualdad y fraternidad.
En contraste, en Chile, cuando las Fuerzas Armadas son empleadas en temas de Seguridad Interior, como en la Macro Zona Sur y la frontera norte, lo hacen por mandato exclusivo del Poder Político y del Gobierno de Turno, conforme a la Constitución de 1980, aún vigente. Estas intervenciones no son decisiones antojadizas de los Comandantes de las Fuerzas Armadas, sino medidas dispuestas por un Decreto Presidencial para enfrentar situaciones de extrema criminalidad o terrorismo. Pretender hacer creer lo contrario, además de ser una aberración, es una vil canallada y un comentario malintencionado.
Es sencillo criticar desde la comodidad de un entorno seguro, pero es importante reconocer que, en Chile, el uso de "un fusil o una pistola" no es para tomar el poder, como así parecieran ser las pesadillas de Squella, sino para detener a delincuentes y terroristas que amenazan a ciudadanos inocentes, soldados y carabineros. Estos últimos no sueñan con golpes militares, sino con un Chile donde las Fuerzas Armadas no tengan que ser empleadas en tareas que no les corresponden, pero que, a riesgo de su libertad, deben asumir debido a la ineptitud de los gobernantes y la decadencia social.
Conclusión:
El debate sobre cómo proteger la democracia sin recurrir a medidas autoritarias es central en la gobernabilidad moderna. Mientras Squella, en favor del "liberalismo" defiende a los amantes e inventores de la guillotina y a la cuarta potencia nuclear del mundo, sus críticos y los que cada día más queremos una democracia protegida, subrayamos la importancia de un enfoque pragmático que reconozca las amenazas reales y las necesidades de seguridad en un mundo complejo y peligroso.
Esquella no tiene nada de ingenuo, es uno más de la manada roja.
ResponderBorrarPodría ser cierto lo que usted afirma. Conozco Comunistas que siempre han pensado igual y nunca se disfrazan de oveja y menos de niño bueno. Y siempre han sido valientes para expresar sus ideas. Otra cosa es que no las comparta.
BorrarPero hoy vemos, a algunos que en el pasado nada dijeron y ahora les falta espacio y tiempo para ser valientes.
También conozco comunistas arrepentidos que realmente han sido un gran aporte para comprender que la democracia hay que cuidarla, protegerla y defenderla, incluso con el uso legal y constitucional de las armas. La verdad es que le creo mucho más a los Comunistas arrepentidos que a los Liberales igualitario que, por sus debilidades y ese afán de estar bien con Dios y con el Diablo, ingenuamente o intencionalmente, le pavimentan el camino a la izquierda totalitaria, hoy disfrazada de Frente Amplistas y Progresistas.
Concurrfo planamete con usted Sr Slater
ResponderBorrar