EL LUCRO JUDICIAL A COSTA DE LA INOCENCIA DE EXUNIFORMADOS.
Título: De los montajes al lucro judicial: cuando la justicia dejó de ser ciega.
Subtítulo: Castañer, Fuentes y el modelo que Mujica y Topolansky también denunciaron.
Por Christian Slater Escanilla – Coronel (R) del Ejército de Chile.
El mito de una justicia imparcial, ciega y ecuánime se ha derrumbado en Chile. Lo que durante años se intentó sostener con solemnidad institucional hoy se desmorona con escándalos, confesiones, filtraciones y, sobre todo, con valientes voces que se atreven a decir lo que muchos piensan: la justicia se ha usado como herramienta de revancha política y de construcción ideológica, especialmente en causas de derechos humanos.
El caso del coronel (R) Julio Castañer González es paradigmático. Condenado a 20 años de prisión por su supuesta participación en el "Caso Quemados", su suerte cambió tras un reportaje de Chilevisión en 2015. Años después, uno de los testigos claves, Pedro Franco Rivas, confesó por escrito y ante notario que había mentido, que fue manipulado por un periodista de ese canal, que fue alojado en un hotel y presionado para declarar falsamente. Su retractación fue documentada por medios como Radio Bio Bio, El Día, Metro y El Baquedano. Aun así, la justicia mantuvo la condena.
Algo similar vive hoy el exsubteniente Gabriel Fuentes Campusano, condenado por el ministro en visita Álvaro Mesa a 13 años como cómplice, pese a que la Corte de Apelaciones de Temuco, en fallo unánime, lo había calificado solo como encubridor. El proceso sigue en apelación, pero el daño moral, familiar y público ya está hecho.
A todo esto se suma el descrédito generalizado del Poder Judicial chileno, azotado por el escándalo del Caso Audios, por la corrupción en nombramientos, por el abuso de licencias médicas y por la impunidad de fiscales coludidos con el poder. En este escenario, las dudas sobre fallos politizados dejan de ser teorías y pasan a ser hipótesis plausibles.
Y como si no bastara con los ejemplos nacionales, vale la pena recordar el caso de Uruguay, donde hace algunos meses la propia Lucía Topolansky, exvicepresidenta y esposa del recientemente fallecido expresidente José Mujica, denunció que "gente de izquierda mintió para meter presos a militares". Sus palabras fueron recogidas por La Tercera, Infobae y La Segunda, generando un revuelo internacional. "Mentí, decí esto y aquello, y metemos preso a fulano", fueron las instrucciones que, según Topolansky, se le daban a testigos para asegurar condenas. Y agrega: "No vamos a decir quiénes fueron, porque no somos traidores ni botones".
Cuando una ex guerrillera de izquierda reconoce que el relato de los derechos humanos se usó para montar juicios y encarcelar inocentes, el silencio cómplice de la prensa y de los gobiernos es ensordecedor. Si esto ocurrió en Uruguay, si ocurre en Argentina, ¡claro que puede haber ocurrido en Chile!
La historia exigirá cuentas. Y cuando eso ocurra, quienes callaron hoy no podrán decir que no sabían. Porque los testimonios están, las retractaciones existen, los montajes fueron documentados. Lo que falta es la valentía de reconocer que el uso político de la justicia es tan grave como su ausencia.
Chile no necesita más víctimas del rencor disfrazado de justicia. Necesita jueces valientes, fiscales honestos y ciudadanos dispuestos a defender la verdad, aunque incomode a quienes han lucrado por años con ella.
Estimados lectores: Este comentario no se trata de defender inocentes o culpables. Se trata de un grito de advertencia y desesperación por recuperar un marco mínimo de justicia aceptable, confiable y moderno, que permita establecer responsabilidades basadas en el derecho, no en la venganza, la presión ideológica o la ambición personal de jueces que buscan escalar sin mínimo sentido ético.
El daño que provocan estos fallos, basados en procedimientos inquisitivos ya superados y que no garantizan un debido proceso, es irreparable. Y peor aún cuando se aplican solo a exuniformados, utilizando ficciones jurídicas y reinterpretaciones a conveniencia.
¿Cree usted que, frente a tantas irregularidades, lo que se está generando es justicia? Lo único que se está sembrando es más odio. Y lo que se está perdiendo, es la fe.
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