KAST FIRME, JARA AMARRADA AL PC, MATTHEI SIN ALMA...Y KAISER con el desafío de no repetir la historia.
La renuncia simulada: El plan del PC de poner a Jara en La Moneda: Ilegal, inviable y sólo sirvió para demostrar, una vez más, lo que son: oportunistas.
Subtítulo: De la historia de la “imparable Tohá” contra el intento de operación camaleónica del Partido Comunista, un análisis completo de cómo el fin, una vez más, intentó justificar los medios.
Todo comienza con una nota publicada en EMOL el 25 de junio de 2025, que analiza la reacción del Partido Republicano a las primarias oficiales. José Antonio Kast, fiel a su estilo, declaró que la victoria de cualquiera de los dos candidatos oficialistas no alteraría su plan de acción. Por el contrario, Arturo Squella advirtió que cuanto más a la izquierda se inclinara el ganador, más clara sería la victoria republicana.
Pero lo que a primera vista parecía una noticia menor, dio lugar a un análisis mucho más profundo. Las encuestas, especialmente las de Cadem, empezaban a mostrar que la muy promocionada "Tohá Imparable" había empezado a perder fuerza frente a una discreta pero eficaz Jeannette Jara.
Tohá, presentada durante dos años como la cara más institucional, integradora y “presentable” del progresismo, está siendo superada por una candidata comunista que, para sorpresa de muchos, no quiere ni necesita a Daniel Jadue en su campaña.
Y aquí está la clave: no se trata sólo de una competencia de personas, sino de estrategias de poder.
La fallida Operación Camaleón: Rendición sin rendición:
La edición de El Mercurio del mismo día revela una maniobra tan antigua como peligrosa: el equipo de Jeannette Jara evaluaba su renuncia formal al Partido Comunista en caso de ganar las primarias. No por convicción, sino por conveniencia. El objetivo: ampliar su candidatura para la primera vuelta.
Lautaro Carmona, presidente del PC, no lo oculta:
"Si tiene el potencial de un mejor mensaje, pongo la condición comunista a disposición de una causa mayor".
Y la propia Jara lo reafirmó:
Estaré disponible para la gestión que se requiera, pero eso se decidirá en las instancias correspondientes. Los comunistas no nos autogestionamos. Traducción: si hay que renunciar al partido para que triunfe el comunismo, se hace.
Tohá y su caída: cuando la imagen no es suficiente.
La otra protagonista de esta historia, Carolina Tohá, está pagando el precio de ser la cara amable de un gobierno fallido. La ministra de todas las administraciones, la tecnócrata que sobrevive en todos los climas, no logra conmover a nadie.
Se vendió como “imparable”, “moderado”, “democrático”… pero los hechos son claros: no moviliza, no entusiasma y no representa un proyecto real.
Kast y la oposición: avanzar sin moverse.
Mientras tanto, José Antonio Kast no necesita hacer ajustes. Lidera la encuesta de Cadem con un 17%, superando a Evelyn Matthei (16%), y reflejando el desgaste de Chile Vamos. Su hoja de ruta se mantiene firme: orden, convicción y coherencia.
La izquierda, por su parte, ya sea con Jara o con Tohá, se enfrenta a un escenario envenenado: si gana Jara, el centro se aleja; si gana Tohá, el PC se desmoviliza.
Matthei, la figura borrosa.
Evelyn Matthei representa la derecha tradicional que ha perdido toda narrativa. Él fue pinochetista, luego bachiller; ella fue crítica de Piñera y hoy es su heredera. Su candidatura encarna la conveniencia más que la convicción, y eso se refleja en su caída en las encuestas. Mientras que Kast prospera por su historial de consistencia, Matthei se hunde por su historial de conveniencia y ambigüedad. Por creer que su liderazgo es suficiente para llevar a cabo una tarea que, por el contrario, y sobre todo en su caso, debe ser compartida.
Una excepción a la regla: el caso Kaiser.
Esta lectura de la consecuencia política que hoy premia la ciudadanía en los casos de Kast y Jara encuentra una excepción que merece atención: Johannes Kaiser.
Aunque forma parte de esta nueva y verdadera derecha que ha surgido como respuesta al desgaste de la vieja, defectuosa y corrupta casta política de izquierda y derecha, Kaiser corre el riesgo de pagar un alto precio por su falta de experiencia, la debilidad de su estructura política y la radicalización de parte de su base.
No es que traicione sus principios, sino que algunos de sus seguidores lo harán antes de tiempo, decepcionados por no ver resultados inmediatos o por esperar un extremismo permanente de su parte.
A Kast ya le pasó en el pasado: fue abandonado por oportunistas que confundieron su partido con un nicho para él: «Dime dónde está». Pero esa experiencia lo purificó, y hoy avanza sin obstáculos.
Kaiser debe aprender con el tiempo que la consecuencia no es solo decir lo mismo todos los días, sino sostener un proyecto con madurez, equipo y disciplina. Y, sobre todo, saber distinguir entre un apoyo firme y un fanatismo volátil. Algo que sus colaboradores más cercanos y seguidores valiosos deben comprender. A veces, una decisión indeseada es mejor, pero con el tiempo, una terquedad que los lleva (o nos lleva) a la autodestrucción.
Lo entiendo. Estoy convencido de que, para triunfar, Kast necesita el apoyo de los Patriotas Independientes, el Partido Nacional Libertario y el Partido Social Cristiano. No podemos conformarnos con una mayoría en el Congreso.
Epílogo: la estrategia del final.
Los intentos de Jara de renunciar al Partido Comunista para presentarse como una figura "ciudadana" confirman que nos enfrentamos a un comunismo ignorante sin transformación doctrinal, solo travestismo electoral. Intentan cambiar el uniforme, no el corazón. Se mostraron como lo que son: oportunistas.
En esta operación de poder, el Partido Comunista demostró, una vez más, su capacidad de disfrazarse de cualquier forma para avanzar. Porque en su ADN, desde Lenin hasta Fidel, el fin siempre justifica los medios.
Por su parte, Jeannette Jara intenta moverse entre dos mundos: el del Partido Comunista —que la formó, la apoya y la postula— y el de una ciudadanía cada vez más desconfiada de las ideologías extremas. Algunos creyeron, y ella también, que podía intentar un acto de prestidigitación política y desvincularse del PC antes de las elecciones. Sin embargo, eso no es legal ni posible. Quienes compiten en las primarias como militantes no pueden luego presentarse como independientes en la primera vuelta. Por supuesto… Por lo tanto, y aunque suene vergonzoso, si va a las primarias como candidata comunista, también debería ir como candidata comunista en la primera vuelta. Lo que representa no se puede disfrazar ni disimular: será, de principio a fin, la tarjeta del PC.
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