UN COMBATE POLÍTICO ENTRE LA CENTRO IZQUIERDA Y LA DERECHA "DERECHA".
Ahora la obsesión por Kast, ya no es solo de Matthei ¡ES DE TODO CHILE VAMOS!
Es el miedo de una "Casta Politica", de quien no aceptará las corruptas prácticas y que está pensando en Chile y no en sus bolsillos.
JARA GANÓ. ENTONCES, ¿CUAL SERÁ LA GRAN ESTRATEGIA PROMETIDA POR KAST, MATTHEI Y KAISER?
"...SI SOLO SE TRATA DE RECORDARNOS QUE ES COMUNISTA, ESTAMOS PERDIDOS..."
El domingo 29 de junio de 2025 no solo quedará en la historia como la fecha en que Jeannette Jara se convirtió en la primera candidata presidencial comunista del oficialismo. También será recordado como el día en que la democracia chilena fue herida por la apatía y el control partidista.
Con una participación que no alcanzó ni siquiera el 8,1 % del padrón electoral —según cifras oficiales del Servel, votaron menos de 1.500.000 personas de un universo de 15.450.377 electores habilitados—, las Primarias Presidenciales del oficialismo lograron lo que parecía imposible: celebrar una victoria política con una legitimidad absolutamente cuestionable.
La candidata ganadora, Jeannette Jara, obtuvo un amplio triunfo sobre Carolina Tohá, con más del 60 % de los votos válidamente emitidos. Pero si miramos con seriedad los números, se trata de una cifra profundamente alarmante. Jara fue elegida con apenas poco más de 700.000 votos. Recordemos que en las primarias de 2021, solo el candidato comunista Daniel Jadue obtuvo más de 693.000 votos, y perdió. ¿Qué celebran entonces?
Desde el oficialismo se intentará instalar la idea de un hito histórico. Y sin duda lo es, pero no por las razones que ellos quisieran. Es histórico que, con más de 136.000 nuevos empleados públicos contratados por el Gobierno de Boric entre 2022 y 2024 (creciendo de 352.000 a 488.153), ni siquiera con esa gigantesca maquinaria movilizada se haya logrado superar el umbral de participación de primarias anteriores.
Es también histórico que esta candidatura se construyera sobre proyectos emblemáticos con amplio respaldo mediático y parlamentario, como la reducción de la jornada laboral a 40 horas y la reforma de pensiones. Proyectos que, por cierto, contaron con el apoyo de la llamada oposición. Sí, porque fue Chile Vamos quien respaldó legislativamente a la ministra Jara y, sin proponérselo —o tal vez sí—, terminó catapultándola al liderazgo de su sector.
Es fundamental decirlo con claridad: Chile Vamos es corresponsable del escenario actual. Fue su tibieza, su oportunismo y su temor a oponerse con convicción a iniciativas populistas lo que permitió que hoy tengamos a una comunista como potencial sucesora de Boric. Y aunque Jeannette Jara hoy intente disfrazarse de "centroizquierda", sabemos que es comunista, aunque lo oculte. Basta recordar su incomodidad con las posturas oficiales del PC respecto a Venezuela, Cuba o incluso con la situación judicial de Daniel Jadue, a quien evitó incorporar en su equipo de campaña. Se rumoreó incluso que, en la última semana de campaña, evaluó renunciar al partido para ampliar su electorado.
Mientras tanto, Lautaro Carmona observa en silencio cómo el liderazgo se le escurre entre los dedos. Jara lo ha superado en influencia, popularidad y autonomía. El PC ya no necesita a su secretario general para operar desde el poder: ahora tiene a su candidata propia, validada institucionalmente, sin contrapesos.
Pero si grave es lo que ha hecho la izquierda, más lamentable aún es lo que no ha hecho la derecha. Porque aquí también hay que hablar fuerte y claro. La corrupta y desprestigiada Casta Política de la derecha tradicional —esa que traiciona principios, se arrodilla ante lo políticamente correcto y se rodea de lo peor de la derecha económica— ha dejado un vacío de liderazgo y convicciones. Pero tampoco ha estado a la altura la nueva derecha, esa que se define como patriota, republicana, nacionalista o cristiana, y que no fue capaz de llegar a un consenso ni de presentar un candidato único y fuerte. Y no lo digo como externo: lo digo como uno más de ellos, como un patriota sin partido político.
Hoy, ni unos ni otros suman los votos necesarios para derrotar a Jara. Seguimos divididos, fragmentados y atrapados entre egos y desconfianzas. Peor aún: hasta noviembre viviremos en la incertidumbre, viendo cómo algunos de nuestros votantes más extremos o más ignorantes —porque los hay— terminan boicoteando a sus propios candidatos. Porque no entenderán, o no querrán entender, que si alguno de nuestros liderazgos cede en favor de otro, no lo hace por debilidad, sino por Chile. Porque si la izquierda logra llegar a La Moneda de la mano del Partido Comunista, no volveremos a ver elecciones libres como las conocemos. No al menos con un candidato que no sea de su línea. No al menos sin que se destruya la institucionalidad que todavía nos queda.
El 26 de noviembre, con voto obligatorio, serán más de 15 millones los chilenos habilitados para votar. Según el padrón definitivo del Servel, serán exactamente 15.450.377 electores. Será entonces cuando veremos si la ciudadanía está dispuesta a entregar el país a una izquierda que ha mostrado que su estrategia no es atraer a la mayoría, sino copar el Estado, movilizar clientelas y disfrazar su ideología.
Y atención con los silenciosos. Hay figuras como Michelle Bachelet y muchos excolaboradores de su era que nunca estuvieron cómodos con Boric ni con Tohá. Apostaron por Jara como una forma de asegurar su supervivencia. ¿Qué harán ahora? Todo indica que los bacheletistas terminarán abrazando la candidatura de Jara, mientras que el centro liberal, especialmente Amarillos, buscarán refugio en una opción como Evelyn Matthei. Se reordenan los bloques, pero la pregunta de fondo sigue intacta: ¿será capaz la derecha de no perder otra vez por desunión? Porque si "la gran estrategia" solo se trata de recordarnos que Jeannette Jara es comunista, entonces estamos perdidos.
Evelyn Matthei, si pese a los refuerzos que le puedan llegar, sigue bajando en las encuestas y pierde en primera vuelta, ¿qué hará?
Lamentablemente, parece que hará lo que siempre ha hecho cuando quiere conseguir algo para ella. Si pensara en Chile, sería diferente.
En todo caso aquí les dejo una encuesta reciente de La Segunda, de esas que no le gustan a ella:
Sobre Kast y Kaiser, aunque se podría haber resuelto antes, está medianamente claro que uno apoyará al otro, en el momento oportuno.
Pero hay algo que sí ha quedado claro, es que el comunismo ya no necesita parecer comunista para ganar… solo necesita que la mayoría no vote, que no entienda lo que está en juego y que, una gran parte de la derecha económica vea, una vez más, una nueva oportunidad para seguir haciendo negocios. Para ese sector —cómodo, blindado y ajeno a las consecuencias sociales de sus decisiones— incluso un eventual triunfo comunista no representa una amenaza real ni inmediata. No perderán sus privilegios ni sus ganancias: ganarán nuevos espacios, nuevos compradores y nuevos tratos con el poder de turno. Y cuando el país ya no dé para más, simplemente se irán. Así ha sido antes. Así volverá a ser.
Gracias por mantenernos informados, muy bueno su análisis.
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