LEVIATÁN DEL EQUILIBRIO MULTIPOLAR.
🇺🇸 Estados Unidos: ¿demonio imperial o Leviatán del equilibrio multipolar?
Muchos acusan a Estados Unidos de ser un imperio que busca dominar al mundo. Se lo presenta como el gran demonio del sistema internacional. Pero, ¿es esto cierto? Una revisión histórica muestra algo distinto: EE.UU. no ha actuado como las viejas potencias coloniales de Europa, ni como los totalitarismos del siglo XX, sino como un actor que —con todas sus contradicciones— ha cumplido el rol de garante del equilibrio multipolar.
1. La expansión territorial: negociación y compra, no colonización:
Desde su independencia en 1776, EE.UU. no se expandió a través de colonias de explotación como lo hicieron Inglaterra, Francia o España. Su crecimiento se dio principalmente por compras y tratados: la Luisiana a Francia (1803), Alaska a Rusia (1867), territorios tras la guerra con México (1848), y la anexión de Hawái (1898). Puerto Rico, Guam y Filipinas llegaron tras la guerra con España en 1898, pero Filipinas alcanzó su independencia en 1946, mientras Puerto Rico y Guam mantienen estatus especiales.
A diferencia de los imperios europeos, EE.UU. convirtió muchos de esos territorios en estados plenos de la Unión —como California, Texas, Alaska o Hawái— en lugar de mantenerlos como colonias subordinadas.
2. Intervenciones con reconstrucción y retiro:
Tras la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. ocupó Japón y Alemania, pero no los colonizó: los reconstruyó con ayuda económica y política, les dio constituciones democráticas y se retiró. El Plan Marshall invirtió más de 13.000 millones de dólares en Europa, sin cobrarlo como deuda, permitiendo que Francia, Italia y Países Bajos resurgieran como democracias fuertes.
En Corea del Sur (1950–1953) contuvo la invasión comunista, y hoy ese país es una potencia tecnológica. En Kuwait (1991), expulsó a Saddam Hussein y no se quedó. En Colombia (2000s), a través del Plan Colombia, ayudó a estabilizar un país al borde del colapso. República Dominicana, Granada y Panamá son otros ejemplos donde intervino y luego se retiró.
El patrón es claro: entra, estabiliza y se va, dejando países soberanos, no colonias.
3. Intervenciones fallidas o inconclusas:
Claro que no todo han sido éxitos. En Vietnam, Afganistán e Irak los resultados fueron negativos: miles de muertos, ocupaciones largas, salidas desordenadas. Sin embargo, incluso en esos fracasos, EE.UU. no buscó colonizar ni absorber el territorio. La intención fue instaurar gobiernos aliados y democráticos, aunque el resultado final no siempre lo acompañó.
4. América Latina en la Guerra Fría:
Aquí aparecen las críticas más duras. En Chile, documentos desclasificados prueban apoyo de la CIA a la oposición contra Allende antes del golpe de 1973. En Argentina, Kissinger avaló la lucha antisubversiva tras el golpe de 1976. En Brasil (1964), Uruguay, Paraguay y Bolivia, Washington apoyó o toleró dictaduras bajo la lógica de la Guerra Fría. La Operación Cóndor coordinó la represión de opositores en el Cono Sur.
¿Colonización? No. Fue intromisión política para frenar el comunismo. Errada o acertada, fue distinta a las potencias europeas que ocuparon territorios durante siglos.
5. Las bases militares y el alcance global:
Actualmente, EE.UU. tiene entre 600 y 750 bases en más de 80 países: Alemania, Italia, España, Japón, Corea del Sur, Guam, Puerto Rico, Guantánamo en Cuba, Soto Cano en Honduras, entre muchas otras. Estas no son colonias, sino parte de alianzas y acuerdos. De hecho, muchos países las solicitan porque representan garantías de seguridad.
6. Territorios propios y zonas estratégicas:
Estados Unidos conserva territorios que amplían su influencia: Alaska (clave en el Ártico), Hawái (centro del Pacífico), Puerto Rico y Guam. A ellos se suman islas menores como Midway o Wake, esenciales para el control marítimo y aéreo. En el Ártico, compite con Rusia y China; en la Antártida mantiene bases científicas bajo el Tratado de 1959.
7. Casos especiales: éxitos, intervencionismos y advertencias.
- Chile 1973: derrota del comunismo 16 años antes de la caída del Muro de Berlín (1989).
- Singapur: prosperidad gracias a independencia, disciplina interna y seguridad regional garantizada por EE.UU.
- Hong Kong: retroceso tras su absorción por China, ejemplo de lo que ocurre sin contrapeso occidental.
- Taiwán: democracia tecnológica bajo la protección de EE.UU.; su futuro depende de la firmeza estadounidense frente a Pekín.
- Groenlandia: intentos de compra en 1946, 2019 y 2025 muestran su interés estratégico en el Ártico.
- Isla de Pascua (Chile, 1987): pista ampliada para emergencias del transbordador espacial.
- Gibraltar y Malvinas: recordatorio de que los verdaderos colonialismos aún son europeos, no estadounidenses.
8. Policrisis y multipolaridad:
El mundo actual enfrenta crisis simultáneas: seguridad, energía, migración, legitimidad de las instituciones. En este contexto multipolar, Rusia, China, Irán y Turquía buscan expandir su influencia. EE.UU., con todos sus defectos, actúa como contrapeso indispensable: su ausencia abriría espacio a hegemonías autoritarias o al caos global.
9. Noopolitik y batalla cultural:
El poder hoy no se mide solo en armas o comercio, sino en narrativas. EE.UU. ganó la Guerra Fría también con cultura: cine, música, universidades, la promesa de libertad. Hoy enfrenta una batalla cultural interna: museos y universidades cuestionan su relato nacional, permeados por un globalismo que reescribe la historia en clave de opresores y víctimas.
Si pierde esa batalla, pierde también la soberanía cognitiva y digital que lo sostiene como referente. China avanza con TikTok, IA y control narrativo. Rusia apuesta a la desinformación. La batalla decisiva del siglo XXI será cultural y cognitiva.
10. El contraste moral:
En EE.UU. no vimos guillotinas como en la Revolución Francesa, ni gulags como en la URSS, ni exterminios nazis. Los horrores del totalitarismo dejaron millones de muertos, hambre y opresión. En cambio, bajo la influencia estadounidense prosperaron constituciones, comercio y soberanía nacional.
11. El Leviatán necesario
Hobbes enseñó que sin un Leviatán que imponga orden, la sociedad cae en la guerra de todos contra todos. Lo mismo ocurre en el sistema internacional. Estados Unidos ha cumplido ese papel: más que un demonio, ha sido el Leviatán global que evita el caos.
Sin su presencia, el mundo estaría en manos de hegemonías autoritarias, guerras regionales y chantajes globales. Y, aún más grave, en manos de mafias transnacionales: narcoterrorismo, trata de personas, tráfico de órganos y crimen organizado. Estas redes ya existen en pequeña escala, pero sin un poder que las enfrente con decisión, que les ponga límites reales y que las corte de raíz, se expandirían sin freno.
Por eso, cuando vemos a EE.UU. interceptar y destruir una lancha de narcotraficantes que intentaba romper el bloqueo naval frente a Venezuela, algunos lo califican de exceso. Pero, ¿qué otra opción había? ¿Dialogar con traficantes para que vuelvan a producir droga? ¿Encarcelarlos unos meses para que salgan libres y reanuden sus operaciones? ¿Decomisar cargamentos que en semanas se reponen? La historia muestra que esos métodos ya no bastan. La escalada del crimen exige respuestas proporcionales. A veces, el único lenguaje que entiende el crimen organizado es el de la fuerza.
Ese es el verdadero rol de un Leviatán global: no regularizar el crimen, sino enfrentarlo, contenerlo y eliminarlo. Imperfecto, sí. Controversial, también. Pero indispensable para que el orden no se derrumbe.
12. Peligros globales que acechan a la humanidad
- Guerras y hegemonías autoritarias: conflictos como Ucrania o la amenaza sobre Taiwán muestran que la guerra interestatal sigue vigente.
- Narcotráfico y crimen organizado: redes transnacionales que combinan drogas, armas, trata de personas y tráfico de órganos.
- Ciberataques: vulnerabilidades crecientes de la infraestructura digital, energética y financiera global.
- Cambio climático: fenómenos extremos, migraciones masivas, competencia por agua y recursos estratégicos.
- Amenazas cósmicas: el cometa 3I/ATLAS, descubierto en Chile en julio de 2025, es una reliquia cósmica formada antes que nuestro sistema solar. Aunque no representa peligro inmediato, recuerda que desde el espacio profundo pueden llegar objetos capaces de alterar la vida en la Tierra.
Frente a todo esto surge la misma pregunta: ¿quién tiene la capacidad real de protegernos? Ni Rusia, ni China, ni la Unión Europea por separado han desarrollado defensas integrales frente a estas amenazas. Solo Estados Unidos ha demostrado avances concretos: desde la misión DART, que en 2022 desvió un asteroide, hasta la red global de observatorios y programas de respuesta a catástrofes.
La metáfora es clara: así como el cometa interestelar nos recuerda nuestra pequeñez frente al cosmos, también recuerda que en la Tierra solo un Leviatán global puede aspirar a contener los peligros que amenazan a toda la humanidad.
13. Conclusión final
Estados Unidos no es un imperio colonial, ni un demonio. Es un poder imperfecto, con errores y excesos, pero que ha demostrado proteger la democracia, frenar colonialismos y sostener a países invadidos o amenazados.
Su verdadero papel es ser el garante del equilibrio multipolar, el Leviatán necesario para que el mundo no caiga en la anarquía ni en manos de quienes sí han demostrado ser verdugos de la humanidad.
Un mundo sin Estados Unidos no sería más libre ni más justo. Sería un mundo más vulnerable a la dominación autoritaria, al chantaje de potencias sin escrúpulos, al descontrol del crimen organizado y a amenazas globales como el cambio climático o los objetos interestelares.
Por eso, más que un demonio, Estados Unidos sigue siendo —a pesar de sus contradicciones— el ancla de estabilidad sin la cual el planeta entero se hundiría en el caos.
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