CARTA A LOS 167.

Una carta que debió ser de reconocimiento, no de presión.


Firmada por 167 personas influyentes —empresarios, abogados, médicos y exautoridades—, pero no por quienes han defendido a Chile sin privilegios ni chequeras. Faltó el coraje de reconocer que, con Kast y Republicanos, está ganando Chile.


Señor Director:

He leído con atención la carta publicada recientemente en El Mercurio, firmada por 167 personas influyentes —empresarios, abogados, médicos y exautoridades—. Y no puedo evitar la sensación de que, más que un llamado sincero a la unidad, lo que realmente leí fue un grito de desesperación. Un ultimátum encubierto, disfrazado de preocupación por Chile, pero cuya tinta huele más a cálculo electoral que a verdadero patriotismo.

Exigen unidad, pero curiosamente esa unidad parece tener nombre y apellido: Evelyn Matthei. ¿De verdad creen que no se notó? ¿Esperaban que nadie leyera entre líneas el salvavidas deslucido que intentaron lanzarle, justo cuando sus cifras se desploman semana a semana? No fue una carta por el bien del país, sino un intento tardío y torpe por rescatar a la figura que mejor representa sus intereses, aunque esté perdiendo el respaldo popular.

Y entonces uno se pregunta: ¿por qué no levantaron la voz cuando Chile de verdad lo necesitaba? ¿Dónde estaban esas plumas valientes cuando se vandalizó el Metro, cuando se humilló públicamente a Carabineros, o cuando se derribó con impunidad el monumento al General Baquedano? ¿Dónde estaban cuando José Antonio Kast fue agredido con empujones, golpes y patadas por el solo hecho de atreverse a representar una opción distinta? Guardaron silencio entonces, como también lo han hecho frente a injusticias más profundas.

Me pregunto además: ¿cuántas cartas firmaron ustedes frente a las múltiples condenas dictadas contra exuniformados en Chile, muchas de ellas basadas en ficciones jurídicas, en testimonios contradictorios o simplemente por el hecho de haber llevado el uniforme de la patria? ¿Cuántos de ustedes han alzado la voz para impedir que camaradas ya ancianos, muchos con enfermedades crónicas, sigan cumpliendo penas en condiciones indignas, bajo una lógica de venganza que poco tiene que ver con la justicia?

Y sobre esto mismo, ¿cuántos de ustedes se reunieron alguna vez para firmar una carta denunciando que en Chile se ha llegado a encarcelar sin pruebas claras, confiando en relatos orales construidos décadas después? Como sucedió en Uruguay, cuando el propio expresidente José Mujica y su esposa Lucía Topolansky reconocieron públicamente que hubo militares condenados por testimonios falsos. Si ellos, que combatieron a esos militares, fueron capaces de admitirlo, ¿por qué aquí tantos prefieren callar?

Ahora sí se animan. Ahora que ven que el liderazgo se les escapa de las manos, que la candidatura de su conveniencia se desploma y que José Antonio Kast, con coherencia, convicción y respaldo ciudadano, emerge como el líder natural de la unidad de las derechas. Pero en lugar de reconocerlo con humildad, prefieren imponer condiciones, insinuar amenazas financieras y pretender que la política es un campo más de sus negocios.

Pues bien, la unidad que ustedes reclaman ya se está construyendo, aunque les incomode. No nace en las oficinas ni en los salones del poder. Se forja desde abajo, con ciudadanos hartos de la casta política y también de ustedes, los mismos que por años financiaron a todos los colores del arco político con tal de asegurar privilegios y dividendos.

Por eso es que esa carta no la firmamos 167 patriotas de verdad. No por falta de convicción, sino porque no tenemos el dinero ni los contactos para que El Mercurio nos publique. No pertenecemos al club de las cenas influyentes ni a los directorios que diseñan candidaturas. Somos simplemente chilenos comunes, pero firmes, con memoria, con sentido de justicia y con amor por esta patria que algunos de ustedes parecen haber olvidado.

Y aunque les cueste aceptarlo, el liderazgo ya no lo define la élite ni la billetera. Lo define la consecuencia, el coraje y la historia. Y eso, lo encarna José Antonio Kast. Es él quien ha enfrentado la burla mediática, el desprecio de la prensa, la soledad política y hasta la violencia física, sin doblegar sus convicciones. Es él quien ha levantado un movimiento que ya no necesita de ustedes para seguir creciendo. Y es, además, quien ha tenido la nobleza de tender la mano a sus adversarios sin ceder en sus principios.

La carta que debieron escribir no era una de quejas ni advertencias veladas. La que debieron escribir, era una carta de reconocimiento a Kast. Pero claro, eso requiere coraje, y parece que hoy hay más de eso en las calles que en sus oficinas. Porque Chile no necesita su temor ni su desesperanza: necesita coherencia, justicia y amor verdadero por la patria. Su carta, por lo demás, pocos la leerán y muchos menos la comentarán. ¿Y saben por qué? Porque ya nadie les cree. Solo les faltó agregar un párrafo pidiendo explícitamente que no se vote por Kast. Poco se puede esperar de ustedes después de lo ocurrido en 2021: cuando Sebastián Sichel fue derrotado en primera vuelta por Kast, optaron por el silencio y la cobardía. Sichel se amurró y se fue de vacaciones, y ustedes, cómodamente, miraron para otro lado mientras se jugaba el futuro de Chile.

¿Y después de la derrota de Sichel? ¿Dónde está la carta llamando a votar por José Antonio Kast, el gran e histórico ganador de la primera vuelta? ¿Dónde están sus firmas, sus columnas, sus llamados públicos? Porque mientras casi siete millones de chilenos no fueron a votar, ustedes tampoco se movieron. No porque no entendieran el peligro que se venía, sino porque prefirieron callar. Qué diferencia con Kast: cuando perdió frente a Sebastián Piñera en 2017, no se fue de vacaciones ni emitió lamentos. Fue al comando, lo felicitó públicamente y se puso a su disposición por el bien de Chile. Esa es la diferencia entre actuar por convicción o por conveniencia. Entre tener principios o tener miedo. Entre liderar o especular.

Lo más sorprendente fue la pasividad calculada. Apenas Sichel quedó fuera de carrera, él al menos envió a Kast su lista de nueve compromisos para evaluar su apoyo. Los partidos de Chile Vamos se cuadraron públicamente, pero sin convicción real, sin entusiasmo, sin calle. ¿Y ustedes? Silencio absoluto. Ni una carta, ni una entrevista, ni una declaración firme en defensa de la opción que había ganado legítimamente la primera vuelta. Y entonces, la noche del 19 de diciembre, cuando Boric fue electo, todo cambió. En cuestión de horas, los mismos que guardaron silencio frente a Kast comenzaron a valorar la “moderación” del presidente electo.

Como siempre, jugaron al gana‑gana. Con una sutileza tan elegante como calculada, comenzaron a valorar la “moderación” tanto de Kast como de Boric, sin comprometerse con ninguno. Y lo hicieron público desde el primer día. El 22 de noviembre de 2021, el presidente de la CPC, Juan Sutil, declaró abiertamente:

“De cara a la segunda vuelta presidencial, no me cabe ninguna duda que va a haber una moderación de los programas. [...] Por lo tanto, en una segunda vuelta va a haber muchísima moderación, y va a haber una conjunción de todas las cosas que son positivas de todos los programas para hacerlos mejor.” (Emol, 22 de noviembre de 2021)

Pero lo cierto es que ninguno de ustedes advirtió sobre el peligro que representaba un eventual triunfo de Boric. Por el contrario, con esa pasividad estratégica —disfrazada de prudencia— abandonaron a Kast y comenzaron a tender puentes hacia Boric, como si ese resultado ya lo tuvieran previsto y hasta asumido. Lo de ustedes no fue ingenuidad: fue conveniencia pura. Y hoy, con esa misma delicadeza con la que evitaron comprometerse, aparecen firmando cartas para advertir lo que nunca se atrevieron a enfrentar cuando correspondía.

Y permítanme hacer una última pregunta, incómoda pero necesaria:

¿No será que nuevamente nos quieren traicionar y ya están preparando el terreno frente a una posible derrota de Evelyn Matthei? ¿No será que, ante un muy probable triunfo de Kast en primera vuelta, volverán a hablarnos de la “moderación” de la izquierda, guardarán silencio frente a Kast, y comenzarán —una vez más— a tender puentes con el comunismo, como si aquí no hubiera pasado nada?

No subestimen más al pueblo que ustedes mismos abandonaron. Porque esta vez, muchos ya los leyeron.

Ni pueblo ni élite. Solo orgullo de ser chileno.

Atentamente,

Christian Slater E.

Coronel (R) del Ejército de Chile.

Un Patriota sin color político.








Comentarios

  1. ¡Excelente análisis Y comentario Cristián!

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  2. Todos los POLÍTICOS Y EMPRESARIOS, que no son CHICHA NI LIMONADA, deben leer las verdades, que nos envía el GRAN CORONEL (R) CRISTIÁN SLATER, UN VALIENTE E INTELIGENTE PATRIOTA INDEPENDIENTE, QUE SU PARTIDO ES CHILE Y A QUIEN DEBERÍAN SEGUIR EL EJEMPLO LOS CHILENOS DE CORAZÓN, BIEN NACIDOS Y PATRIOTAS!!

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    Respuestas
    1. Absolutamente de acuerdo.
      Gracias mi coronel por todo lo que difunde.

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