CARMONA CORTA LA TORTA Y LAVÍN DA LA RECETA.
Carmona corta la torta y Lavín da la receta: el colmo de la decadencia.
Lo dijimos desde el primer día: la renuncia de Alberto Undurraga no fue un gesto más. Fue un acto de coherencia en medio del derrumbe. Hoy, tras el aniversario número 68 de la Democracia Cristiana —celebrado con el presidente del Partido Comunista como invitado central y sin la presencia de la mayoría de sus líderes históricos—, esa decisión cobra aún más sentido.
Mientras en Bruselas la Internacional Demócrata de Centro advierte que “el verdadero humanismo cristiano no pacta con visiones autoritarias”, en Santiago, la DC parece celebrar su extravío como si nada hubiese pasado.
Y como si todo eso no bastara, El Mercurio abre tribuna a Joaquín Lavín, quien vuelve a proponer fórmulas de gobernabilidad “fuera de la caja”, como si aún fuera referente de algo. Cuesta entender esa insistencia. Después de sucesivas derrotas, de su retiro político —anunciado más de una vez— y de varios escándalos y escandalillos que aún rondan su entorno más íntimo, quizás el consejo más sensato sería que primero aclare los temas que ensucian su ya decaída imagen, y luego —si queda algo de credibilidad—, veremos si sus diagnósticos tienen alguna validez.
Chile no necesita más fórmulas genéricas ni discursos reciclados. Lo que se necesita es convicción, consecuencia y coraje.
Eso que justamente demostró Undurraga al dar un paso al costado. Eso que otros aún no logran entender, porque siguen creyendo que la política es un eterno retorno a escena, sin rendición de cuentas ni autocrítica.
Y mientras más leo la prensa dando tribuna a personajes decadentes, más creo en el proyecto republicano.
En medio del oportunismo y los pactos sin alma, su gesto quijotesco nos recuerda que la política aún puede tener principios.
Alberto Undurraga pertenece a una estirpe política que pareciera estar en vías de extinción: la de los caballeros. Representa esa política serena, reflexiva, leal a sus principios y respetuosa del adversario. Y lo ha vuelto a demostrar, no con discursos ni slogans, sino con hechos.
Este sábado, tras la decisión de la Democracia Cristiana de respaldar la candidatura presidencial de Jeannette Jara —militante del Partido Comunista— Undurraga renunció a la presidencia del partido. Lo hizo con firmeza, pero también con elegancia. Sin escándalos ni victimismos. Solo con una carta clara, argumentada y profundamente coherente con lo que ha defendido siempre.
Dijo que el apoyo a Jara era un error: doctrinario, programático, político y electoral. Y tenía razón. Porque la DC no nació para ser apéndice de la izquierda más dura, ni para someterse a proyectos ideológicos ajenos a su identidad. Nació para ofrecer un camino propio, desde el centro humanista y cristiano, con vocación de encuentro y servicio.
Renunciar no es fácil. Menos cuando se ha liderado con responsabilidad. Pero hay momentos en que decir “no” es el único modo digno de seguir siendo fiel a lo que se cree. Y eso fue lo que hizo Undurraga. No por capricho, sino por convicción. No para dividir, sino para advertir que un partido sin coherencia, termina siendo irrelevante.
Y no estuvo solo. Lo acompañaron muchos que piensan como él: militantes de base, figuras históricas, exautoridades. Todos con algo en común: creen que la política debe ser algo más que una máquina de pactos. Que aún vale la pena sostener ciertas ideas, aunque eso implique perder un cargo.
Vivimos días en que la coherencia parece un lujo. Días en que se valora más la astucia que la consecuencia. Por eso gestos como este no pueden pasar desapercibidos. Son señales de que todavía es posible actuar con rectitud en medio de la confusión.
El tiempo dirá quién tenía razón. Pero lo cierto es que, frente al pragmatismo oportunista que tanto daño ha hecho a la política chilena, el acto de Undurraga deja una marca. Y esa marca no es de derrota, sino de integridad.
Gracias, Undurraga. Porque en medio del ruido, su gesto habla fuerte y claro: hay momentos en que dar un paso al costado no es rendirse, sino salvar lo que otros están dispuestos a entregar.
Comentarios
Publicar un comentario