DESDE EL CARIBE AL MAR DE DRAKE.

Desde el Caribe al Sur: Nada es coincidencia. 

Del Caribe al Cono Sur, el huracán ya es innegable. En Estados Unidos, Trump desafía al globalismo; en El Salvador, Bukele rompió el paradigma con mano firme contra el crimen; en Venezuela, crece la esperanza de liberarse de la tiranía chavista; en Perú se impone un nuevo relato sobre los Derechos Humanos que favorece a quienes lucharon contra el narcoterrorismo, y en Ecuador, la gente exige orden frente al caos populista; en Argentina, Milei encarna el grito de rebeldía contra el sistema de abuso político; en Brasil, la patria y la república se enfrentan al progresismo decadente; en Bolivia, la vieja y empobrecedora maquinaria política de izquierda ha sido derrotada; en Paraguay, se consolida un modelo de estabilidad más tradicional y conservador; y en Chile, Kast ofrece una alternativa sólida, seria y realizable.

Es un mismo pulso que atraviesa todo el continente: patria, nación y república se alzan frente a décadas de corrupción, decadencia y falsas promesas. Una corriente que busca terminar con las tiranías y devolver la democracia real, no como eslogan, sino como destino compartido de los pueblos libres de América.

En este escenario, Matthei no solo será la abanderada de la derrota de Chile Vamos, sino también la sepulturera de su propio capital político. Tuvo en sus manos la posibilidad de dar un gesto histórico, pero la vieja y descompuesta cúpula de su coalición —aferrada al poder, a los pactos de conveniencia y a sus bolsillos— se lo impidió.

Muy distinto es el caso de muchos de sus seguidores, que han sido engañados durante años por esas dirigencias, pero que hoy miran con esperanza a Kast. Lo ven como lo que es: un hombre consecuente, serio, con coraje para jugarse por Chile y no por intereses personales o partidistas, respaldado por un programa de gobierno sólido, efectivo, necesario, realizable, realista, y por lo mismo: de emergencia.

Vienen tiempos distintos, tiempos de recambio real, desde el Caribe hasta el Mar de Drake. Y mientras las cúpulas agonizan en su laberinto de contradicciones, los chilenos ya empezaron a elegir un camino diferente.